Villa Nueva conserva lo que su tierra engendra
PASTOR BATISTA VALDÉS
LAS TUNAS.— Nació un hermoso 8 de marzo con el noble propósito de
abrir fuentes de empleo para la mujer rural. Diez años después, la
Fábrica de Conservas Villa Real —situada en Villa Nueva, a unos 30
kilómetros de Las Tunas—, se ha convertido, además, y a pesar de su
azaroso andar, en verdadera referencia acerca de cómo rescatar,
aprovechar y estimular producciones que se perdían en patios y
fincas campesinas de la zona, o que tomaban rumbo incierto por
insuficiencias en la contratación, acopio y comercialización.
La
fábrica ha estimulado la siembra de frutas entre los campesinos de
la zona.
"Nadie imagina la cantidad de mango, guayaba, frutabomba,
calabaza china, tomate y otros productos que se desaprovechaba antes
de abrir esta pequeña industria" —reitera Manuel Concepción Morales,
presidente de la Cooperativa de Producción Agropecuaria (CPA) José
Santiago Ercilla, a cuyo patrimonio pertenece la fábrica.
"Hoy, sin embargo, la situación es muy distinta. Como norma, los
mismos campesinos traen hasta aquí las frutas o los vegetales que
son procesados y comercializados en 24 horas para resolver
necesidades de la población.
"Desde enero hasta la fecha, por ejemplo, se han producido más de
80 toneladas de conservas, equivalentes a casi el doble de lo
planificado para este periodo y destinadas fundamentalmente a
instalaciones de Educación y de Salud (67,9 toneladas) y el resto a
ventas dentro de la propia comunidad o en los mercados agropecuarios
estatales de la ciudad."
Además
de empleo para la mujer rural, esta fábrica abrió sus puertas a
producciones de alta demanda social y humana
Además de puré y pasta de tomate, el pequeño colectivo ha
elaborado mermeladas, dulces en trocitos, lonjas y otras variantes a
partir de frutabomba, guayaba, mango, calabaza e incluso ciruela,
todo ello bajo las correspondientes normas y control de higiene.
Moradores de la zona afirman que en momentos pico de ciertas
cosechas, a los 12 trabajadores de la criolla industria se suman de
forma alegre y voluntaria amas de casa, niños, jubilados y otras
personas, quienes aman, cuidan y protegen la instalación con el
mismo celo que al consultorio médico, la sala de video, el círculo
socio-cultural, la farmacia o la escuelita primaria.
Para
funcionar, esta caldera solo emplea leña, preferiblemente marabú.
MOTIVACIÓN Y RESULTADOS
Ni siquiera las vicisitudes con los envases y otros obstáculos
que ha enfrentado esta fábrica, han puesto en riesgo las
producciones; la fórmula para el éxito parece estar en el alto grado
de motivación que rodea a quienes tienen que ver directa o
indirectamente con este proceso productivo.
Campesinos como Edelio Sánchez afirman que los dulces y conservas
tienen gran aceptación allí, en tanto los productores se sienten
estimulados a entregar frutas y vegetales durante todo el año porque
se les paga bien y sin tardanza.
Similar ánimo signa a los trabajadores de la entidad, quienes
ven, en los 900 o más pesos devengados cada mes un justo respaldo a
los resultados individuales de un trabajo que colectivamente se
revierte en indicadores como el costo por peso de producción: hoy en
apenas 19 centavos.
A la par, también ganan la economía, el sector agropecuario y
hasta el medio ambiente por intermedio de esa caldera en cuya quema
no interviene combustible fósil, sino leña.
Para ello echan abajo el marabú que mina áreas ganaderas, y lo
emplean en la caldera sin emitir emanaciones agresivas hacia la
atmósfera; esto permite, además, reincorporar a la producción
tierras gradualmente liberadas de la espinosa y hostil plaga.
No por casualidad, tales experiencias atrajeron el interés entre
delegados e invitados al congreso campesino. Motivada por lo que
había apreciado ya in situ, Maria del Carmen Concepción,
titular de la Industria Alimentaria, expresó la voluntad de su
ministerio para contribuir a que esta fábrica marche cada vez mejor.
Lamentablemente muy pocas provincias cuentan hoy con pequeñas
instalaciones de este tipo, enclavadas en el mismo entorno rural
donde se siembran y cosechan los productos que sirven como materia
prima fundamental. Las Tunas hoy aprovecha estas potencialidades y
"remueve mente y tierra" para rescatar parte de aquella
mini-industria conservera que tuvo ubicada en puntos diferentes y
estratégicos de su geografía.
Como solución vale la pena prestarle atención, por lo que
representa para aprovechar productos en riesgo de seguir perdiéndose
(o desviándose); constituye, además, una alternativa para estimular
la siembra de mayor cantidad de frutas y vegetales, que a la postre
pueden tener como destino hospitales, escuelas, hogares para
ancianos y embarazadas, círculos infantiles o esos platos que
durante el año entero agradecerá la familia: el dulce, la mermelada
o el buen encurtido a ras de mesa. |