Cinco
semanas después de iniciado el derrame en el Golfo de México,
autoridades estadounidenses siguen presionando a la firma British
Petroleum (BP) para que resuelva el desastre de su responsabilidad,
reporta Prensa Latina.
El presidente Barack Obama se reunió en la Casa Blanca con la
comisión estatal norteamericana que supervisa asuntos relacionados
con la crisis ambiental por el escape de hidrocarburos a mil 500
metros de profundidad.
En más de 40 días la compañía BP ha ensayado sin éxitos varios
métodos complicados para detener la fuga, y una última opción sería
la colocación de una gran campana metálica en la boca de la tubería
dañada.
El consorcio europeo anunció este martes los preparativos para un
nuevo intento que frene por fin el derrame masivo, considerado el
peor desastre ecológico que Estados Unidos ha enfrentado en su
historia.
Especialitas del Renio Unido planean bajar un dispositivo de
contención sobre el pozo con la esperanza de que la mayor parte del
crudo pueda ser conducido a la superficie.
El director gerente de BP, Robert Dudley, señaló que dentro de
cuatro días se sabrá si el nuevo intento funcionará, sin embargo
Doug Suttles, jefe de operaciones, aclaró que será muy difícil
detener por completo la fuga.
En respuesta a un llamamiento para que militares sustituyan a los
técnicos civiles, el almirante Mike Mullen, jefe del Estado Mayor
Conjunto, dijo que su personal no cuenta con los medios ideales de
la industria petrolera.
Desde fines de abril el carburante ha estado saliendo de la
plataforma hundida Deepwater Horizon a un ritmo de 790 mil litros
diarios y derivados del material contaminante ya tocaron cayos de
Florida.