Descifrando la “nueva” Estrategia de Seguridad
Nacional de Estados Unidos
¿Fue olvidada América Latina y el Caribe?
MSc Abel González
Santamaría y MSc Rafael González Morales
A un año y cuatro meses de asumir la Casa Blanca, el presidente
Obama se decidió a divulgar el 27 de mayo la nueva Estrategia de
Seguridad Nacional de EE.UU. Este documento, considerado como la
guía estratégica de la política exterior y seguridad estadounidense,
era esperado con ansiedad y expectativa por analistas, políticos y
académicos de todo el mundo, quienes tratan de "descifrar" su
contenido con el propósito de determinar las implicaciones que
tendrá para sus países.
Si bien este tipo de informes brinda algunas claves para entender
cómo Estados Unidos visualiza su rol en la comunidad internacional y
cuáles serán sus prioridades, no debemos olvidar que son documentos
públicos que pretenden "vender" una imagen a la comunidad
internacional y trasladar mensajes a la opinión pública
estadounidense. La Ley de Seguridad Nacional de 1947 establece que
estos informes tienen una versión pública y otra "clasificada", a lo
que se añade que no fue hasta 1986, por mandato de la Ley Goldwater-Nichols,
que comenzaron a divulgarse sin restricciones de acceso, por lo que
estamos en presencia de una Estrategia elaborada cuidadosamente que
expone la visión que debe ser leída, escuchada y apoyada.
Por lo tanto, para interpretarla debemos realizar una lectura
entrelíneas y desentrañar lo que se esconde detrás de su retórica
para determinar su verdadero alcance y evitar que los mensajes
explícitos "encandilen" nuestro pensamiento. Aunque aparentemente el
limitado tratamiento en el informe a algunas áreas geográficas y
países es una muestra de baja prioridad, esta conclusión puede ser
engañosa. Ese es el caso de América Latina y el Caribe, que como
región es abordada en un solo párrafo de cinco líneas, resultando
difícil ubicarla en el documento de 52 páginas.
En cuanto a las naciones que son tratadas de manera aislada
sobresalen Brasil, México, Haití y Argentina. Además, se hace
referencia en una ocasión a la Organización de Estados Americanos
(OEA). ¿Fueron olvidados el resto de los países latinoamericanos y
caribeños que conforman "Nuestra América"? ¿Se ha modificado el
valor estratégico de nuestra región?
Descifrando los mensajes implícitos de la doctrina de Seguridad
Nacional
El documento señala que Washington está unido con nuestra región
por la proximidad, integración de mercados, interdependencia
energética y por un "amplio compromiso compartido por la democracia
y el estado de derecho". Añade que nuestros profundos lazos
históricos, familiares y culturales "hacen de nuestras alianzas y
colaboración elementos decisivos para los intereses de Estados
Unidos". Con una intencionalidad marcadamente "esperanzadora" se
comprometen a trabajar con nuestros pueblos en "hacer avanzar la
democracia y la inclusión social, garantizar la tranquilidad
ciudadana y la seguridad, promover la energía limpia y defender los
valores universales de las personas del hemisferio". Una lectura
entrelíneas nos evidencia que estamos en presencia de un verdadero
recetario de "humildad" imperial que nos conduce a preguntarnos
¿Cómo se las arreglarán para apoyarnos en estos nobles objetivos sin
interferir en nuestros asuntos internos y respetando nuestra
soberanía? ¿Qué prevalecerá, el garrote o la zanahoria?
Brasil es considerado un "centro de influencia emergente" solo
superado en prioridad por potencias establecidas como China, India y
Rusia. El informe afirma que el gigante sudamericano es "guardián de
un patrimonio ambiental único y líder de los combustibles
renovables", lo que indiscutiblemente explica su tratamiento
privilegiado y evidencia la necesidad de los grupos de poder
estadounidenses por establecer mecanismos de control sobre su vasta
riqueza natural.
El caso de Haití es calificado como un "estado frágil" y lo
señalan como ejemplo más reciente del desastre humano y material que
puede provocar el cambio climático. Con un lenguaje enérgico y para
evidenciar la preocupación de EE.UU., se refiere que Washington debe
estar preparado para "ejercer un fuerte liderazgo en función de
ayudar a enfrentar necesidades humanitarias críticas". El
contingente militar desplegado en Haití fue una expresión adelantada
de este precepto que no es nuevo dentro de la proyección externa
estadounidense.
México es abordado como un socio estratégico clave; Argentina es
nombrada muy brevemente como nación que integra el poderoso G-20,
reconocido en el documento como el foro económico más importante del
mundo, y a la OEA se le "recuerda" su rol tradicional de mecanismo
de dominación política en nuestra región. Muchos se preguntarán ¿qué
pasó con el resto de nuestras naciones?
No se puede pecar de ingenuidad, implícitamente están
contempladas, principalmente aquellas que defienden un modelo
alternativo diferente, que cuestionan el sistema de dominación
hemisférica y que denuncian las sistemáticas acciones injerencistas
desarrolladas por la USAID, las agencias de inteligencia, la NED, la
Freedom House y otras "instituciones no gubernamentales" que son
abanderadas de las denominadas causas democráticas.
Empleando el lenguaje metafórico que está de moda, en el acápite
dedicado a la promoción de la democracia señalan directamente que "EE.UU.
está comprometido con la sociedad civil y la oposición política
pacífica", así como alienta a las organizaciones no gubernamentales
estadounidenses a involucrarse en esta labor. Agrega que Washington
reconoce la legitimidad de los "movimientos democráticos pacíficos".
En pocas palabras, continuará el apoyo abierto y encubierto a las
iniciativas desestabilizadoras con el propósito de impedir la
consolidación de movimientos y fuerzas políticas capaces de
obstaculizar sus planes de dominación.
"Nuestra América" se encuentra presente en la Estrategia y
constituye una prioridad debido a que no puede desconocerse nuestro
valor estratégico, lo que en un discurso pronunciado el 18 de marzo
del 2010 por el jefe del Comando Sur, General Douglas Frazer, dejó
bien claro cuando señaló que la región constituye el mercado más
importante para EE.UU.; que el 30% del petróleo que consumen
proviene de nuestra área; dos tercios de los barcos que llegan o
salen de su territorio transitan por el Canal de Panamá; el 17,8%
del total de las inversiones directas norteamericanas son en nuestra
región y que el 50% de sus tratados de libre comercio son con países
del continente. Además, contamos con casi el 26% del agua dulce del
planeta, el 11% de las reservas mundiales de petróleo y el 40% de
las especies vegetales y animales del mundo.
Dos
siglos de enseñanza y una sola alternativa
Más allá de los cantos de sirena y el empleo por la
administración Obama de una "nueva" concepción estratégica
denominada "poder inteligente", que combina los instrumentos
tradicionales del llamado "poder duro" (uso del poderío militar y la
coerción económica) con los instrumentos del "poder blando" (empleo
de las transnacionales de la comunicación, promoción del modo de
vida norteamericano y la asistencia al exterior), la continuidad ha
sido el rasgo fundamental que ha caracterizado la política de
Washington hacia América Latina y el Caribe.
En la nueva Estrategia de Seguridad Nacional, a pesar del
esfuerzo por emplear matices, la Casa Blanca ratificó la proyección
belicista al afirmar: "¼ mantendremos la
superioridad militar que ha asegurado a nuestro país, y ha apoyado
la seguridad mundial, durante décadas (¼
) Nuestras fuerzas armadas siempre serán la piedra fundamental de
nuestra seguridad¼ ".
En este sentido, resulta interesante el informe titulado
"Esperando el cambio: tendencias de la asistencia en seguridad de
EE.UU. para América Latina y el Caribe", presentado el pasado 24 de
mayo por tres influyentes organizaciones estadounidenses
especializadas en la región, encabezadas por la Oficina de
Washington sobre América Latina (WOLA), que reconoce que la
administración Obama perpetúa la tendencia hacia la militarización
de su predecesor republicano, George W. Bush, por lo que la
esperanza de un cambio "se ha atenuado".
Destacan que la "respuesta contradictoria" de Washington ante el
golpe de Estado en Honduras, fue un elemento que ha contribuido a
"atenuar" el entusiasmo latinoamericano con el nuevo gobierno
estadounidense, ya que "envió al resto del hemisferio la señal de
que la nueva administración de Estados Unidos es ambivalente
respecto a las violaciones al orden democrático y a los derechos
humanos". También resaltaron la "preocupación" de la región por los
acuerdos que Obama firmó con Colombia para el uso de hasta siete
bases militares.
Coincidentemente un día después de haberse presentado la
Estrategia de Seguridad Nacional de EE.UU, el cineasta
estadounidense Oliver Stone, estrenó el 28 de mayo en el teatro
"Teresa Carreño" de Caracas el documental "Al sur de la frontera",
que contó con la presencia del presidente venezolano Hugo Chávez
Frías. El documental demuestra cómo el mapa político latinoamericano
y caribeño ha cambiado con el resurgimiento de los movimientos
progresistas y denuncia la fuerte campaña mediática de los órganos
de prensa estadounidenses por desacreditar a los principales líderes
de la región, principalmente al Comandante en Jefe de la Revolución
cubana, Fidel Castro Ruz y al presidente Hugo Chávez, quienes han
sido verdaderos precursores de las ideas bolivarianas y martianas de
luchar por la integración de nuestros pueblos.
No existe la menor duda de que la Gran Estrategia del
establishment estadounidense continúa intacta: la dominación
hegemónica mundial. América Latina y el Caribe seguirán
constituyendo una prioridad en su Estrategia de Seguridad Nacional
para poder mantener el acceso y control sobre los recursos naturales
y económicos, el dominio de los mercados, el acceso a las fuentes
primarias de energía, la preservación del sistema de colonización
ideológico cultural y la contención de aquellas fuerzas políticas,
movimientos o procesos revolucionarios que pretendan desafiar las
bases fundamentales de su dominación global. Quizás estos detalles
están contemplados directamente en la versión "clasificada".
De ahí la validez de las palabras del presidente cubano Raúl
Castro Ruz, durante la IX Cumbre del ALBA-TCP, celebrada en Caracas
el 19 de abril del 2010: "La experiencia del largo y doloroso camino
recorrido en la historia común de dos siglos nos enseña que solo
tenemos una alternativa: unirnos, luchar y vencer". |