Agarrate, Catalina, que te me vas a murguear

PEDRO DE LA HOZ
pedro.hg@granma.cip.cu

 Foto: Otmaro RodríguezLenguas de látigo y voces profundas. Jolgorio y poesía. Sabor a mate amargo con platillo, redoblante y bombo. La murga se desplaza por el escenario del teatro Mella. No es una murga cualquiera. Agarrate Catalina —dicho sea el verbo con acentuación llana, a lo rioplatense, sin esdrújula— es una de las versiones más depuradas de la actualidad de esa expresión humorístico-musical montevideana.

En gira solidaria por la isla, con los apoyos de los Ministerios de Cultura y las embajadas de ambas naciones, el espectáculo resumió la estética particular de una de las más enraizadas tradiciones del carnaval uruguayo, y abrió una ventana hacia la comprensión de por qué Agarrate Catalina cuenta y pesa en el imaginario popular de una urbe poblada en el primer cuarto del siglo XVIII por gallegos, canarios, guaraníes y esclavos bantúes.

Del origen gaditano de la murga apenas queda un recuerdo. La murga es uruguaya hasta los tuétanos. Desde la originalidad de su formato —coro polifónico predominantemente masculino, batería de tres instrumentos, un líder— hasta los temas —la política, la ciudad, las costumbres, la manera de pensar—; desde la estructura dramática —presentación, cuplés y retirada— hasta la versificación satírica y paródica. Desde la visualidad esperpéntica de la representación hasta la interacción con el público.

Agarrate Catalina compartió con los habaneros —como lo hará este martes por la noche con los cienfuegueros en el teatro Terry— la gracia punzante de sus cantos y cuadros donde critican a mazo limpio, con altura poética en el decir, la manipulación espiritual y los fiascos civilizatorios de nuestra época.

Del corrosivo humor con que tratan los desastres de un sistema escolar basado en la rutina escolástica transitan a pasajes de intenso lirismo donde se canta al barrio, a Montevideo y a la convivencia en todas las ciudades del mundo.

Yamandú y Tabaré Cardozo son los artífices de esta visión renovada de la murga plantada de cara a las realidades del siglo XXI, de la que todavía, en correspondencia con el talante de su entrega, se tendrá mucho que hablar.

 

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