La devolución de esos envases a su lugar de origen es hoy un
problema vigente dados los mecanismos aplicados por el nuevo sistema
de comercialización.
Algunos directivos habían afirmado, con optimismo, que este era
un "caso resuelto" y que la normalidad había llegado para bien de
todos. La noticia era alentadora tras las reiteradas críticas que
generó, en el 2009, la inestabilidad en la custodia y preservación
de esos medios.
De modo que este periodista quiso transmitir algunos de los
mecanismos empleados para revertir las penurias que tanto dañaron la
economía empresarial y la del país. Pero ¿adónde ir para conocer la
experiencia? La elección ideal, por su gran potencial agrícola, fue
la Empresa Agropecuaria de Güines.
En el andar por los campos habaneros Granma conoció sobre
la meritoria labor desarrollada en la producción de tomate para
suplir, en parte, las pérdidas que las lluvias ocasionaron en el
momento cumbre de esas plantaciones. La decisión fue la que se
esperaba: volver a sembrar esas áreas.
Asegurarles tomate a la industria y a los mercados capitalinos,
devino compromiso de quienes "se la jugaron" en un periodo no óptimo
de cosecha.
El reto fue vencido y si bien los rendimientos, al igual que la
calidad, no han sido extraordinarios, la "familia tomatera" hizo lo
suyo. Hubo sus limitaciones en cuanto a volumen, pero la pronta
acción evitó el colapso de la planta procesadora y permitió que las
tarimas pudieran recibir alguna porción de tomate fresco.
Al ocurrir este ligero "pico" se pudo constatar otra vez la falta
de cajas, lo cual interfería la recogida y suministro de la
hortaliza.
El ingeniero Vicente Martínez Hernández, director de la empresa
de Guines —una de las mayores productoras de La Habana y del país—
explicó que solo entre el primero y el 19 de mayo salieron de esa
entidad rumbo a la capital 7 146 cajas de madera (de ellas casi 4
000 totalmente nuevas) cargadas de tomate y, sin embargo, en ese
periodo, en ese tiempo apenas regresaron 1 600 envases.
Esos depósitos, afirmó, demandan madera y clavos, renglones
actualmente deficitarios; además cada uno cuesta 8,60 pesos. Incluso
cuando trabajadores de la empresa —según las posibilidades de
materia prima—, fabrican parte de las cajas y reparan las que llegan
en pésimo estado por el maltrato al manipularlas, son cuantiosas las
pérdidas.
Especialistas habaneros de la Agricultura estiman que cada envase
debe tener un ciclo de 2,5 rotaciones al mes como promedio. Para
ello existe un programa que garantiza la inmediata devolución de las
cajas vacías, pues de lo contrario no pueden retornar llenas.
Sin embargo, dirigentes de la Empresa Agropecuaria de Güines
coinciden en que a diferencia de años atrás, hoy las cajas son
huérfanas: nadie defiende y asegura su retorno. Los choferes, al no
pertenecer siempre a una misma entidad y estar sujetos a otras
direcciones y decisiones, ya no se sienten estimulados y motivados
al perder el vínculo que los convertía en "propietarios" de las
cajas.
Los mercados concentradores y los transportistas forman parte de
un esquema organizativo y de control tan complejo que, por lo
general, casi nunca se cumple. Muchas son las causas y sobre ellas
urge poner mayor control.