Mirar hacia dentro

GERMÁN VELOZ PLACENCIA

HOLGUÍN.— En la canasta básica de los cubanos el huevo es un alimento que disfrutan las personas de todas las edades. Los casi seis millones de unidades que en la etapa actual salen cada día de los establecimientos avícolas del país así lo permiten.

Fotos del autorEn Los Pinos las ponedoras reciben atención priorizada. Eso garantiza la conversión del pienso en huevos.

Creado en 1964 con la tarea de garantizar una vía rápida y segura de obtención de proteínas, el Combinado Avícola Nacional (CAN) —una agrupación de 25 empresas y un instituto de investigaciones que opera como soporte científico-técnico— emplea de forma directa a más de 26 000 mujeres y hombres.

Pero disponer en casa o en los comedores sociales del preciado alimento, representa un proceso productivo marcado por la erogación de grandes sumas de divisas a nivel nacional al tener que importar más del 80% de las materias primas que se utilizan en el proceso de elaboración y balance nutritivo del pienso que los animales consumen.

Fotos del autorEn breve el maíz estará en diferentes variantes en el comedor. También se incluirá en las ventas a los obreros.

Eliminar esta práctica es uno de los mayores desafíos del sector y del Ministerio de la Agricultura en conjunto, que están obligados a mirar hacia dentro y trabajar mucho más para crear las condiciones apropiadas.

Por ejemplo, si en la provincia de Holguín falla la importación de cereales, soya y otros componentes durante una etapa prolongada, no hay segunda variante para mantener los niveles productivos y la masa de animales, confirma Abdul González Quintero, director general de la Empresa Avícola del territorio, donde existe una de las tres fábricas de pienso del CAN.

Esta instalación, explica, elabora diariamente 200 toneladas cuando dispone de materia prima, pero un poco más de 100 se consumen en igual periodo en nuestros establecimientos.

"Hoy las entidades del Minag no han aplicado una estrategia orientada a garantizar el alimento de los animales ante una situación extrema; sin embargo, en los años más severos del Período Especial, la División Mambisa —una fuerza de choque dedicada a la producción agrícola— y el sector cooperativo y campesino cosechaban soya, maíz y otros granos para producir pienso", recuerda.

La empresa trabaja en la creación de 190 patios de gallinas que se adaptan mejor a nuestro medio natural, previo acuerdo con cooperativas y otras entidades, con la idea de vincularlos a unidades de consumo. Es decir, quien las adquiera (venta de por medio) tiene el compromiso de garantizar la alimentación de las aves y vender los huevos según un esquema de autoabastecimiento local.

En estos momentos —señala— existen 53 patios con más de 6 000 animales en desarrollo, los cuales tributarán a la producción dentro de cinco meses.

En cuanto a los centros especializados, resume que hacen todo lo posible por cuidar a los animales y lograr mayor conversión de pienso en huevos. Y entre ellos destaca, por su integralidad, Los Pinos, en el municipio de Calixto García.

CONTRA TODO OBSTÁCULO

"El año pasado, cuando tuvimos baches con el suministro de pienso, en el horario de la mañana un grupo de trabajadores se iba al monte con las carretas, las llenaban de gajos de leucaena y regresaban a toda prisa, para echarles las hojas a las gallinas, de manera que contaran con un alimento alternativo que también posee proteínas.

"Si el pienso llegaba en la noche, lo colocábamos enseguida en los comederos, manejando con inteligencia la luz artificial, para que las gallinas se alimentaran y descansaran lo necesario, porque era muy importante asegurar el cumplimiento del plan de producción."

Así narra Isora Pérez Rojas uno de los métodos empleados para enfrentar en la Unidad Ponedora Los Pinos, la vulnerabilidad permanente que representa la dependencia del pienso industrial.

Con 40 años de experiencia en la avicultura, una buena parte de ellos al frente de colectivos, ella identifica el sentido de pertenencia como una de las cualidades mayores de las mujeres y hombres que se le subordinan.

"Los que trabajan en las naves, aclara, pasan más de siete horas al día con los animales. Son muy dedicados: aplican el pienso, controlan el sistema de abastecimiento de agua, recolectan los huevos tres veces en el turno de trabajo, seleccionan las ponedoras con síntomas de enfermedad, las separan del resto y aplican medicamentos... Pero los de las otras áreas no se quedan atrás."

A finales de este año, la Unidad debe acumular más de 32 millones de huevos, cifra calculada sobre la base de las aves en explotación y las destinadas para el reemplazo, garantizadas por el movimiento de rebaño de la empresa.

"Lo usual, comenta Isora, es discutir con los trabajadores a principios de cada mes el plan lógico de los lotes agrupados de acuerdo con las edades de las gallinas, pero a la vez nos planteamos planes operativos, que es como llamamos a lo que podemos sacar por encima."

A los indicadores de merma no les quitan los ojos y gracias a ello disminuyeron los huevos rotos durante el traslado de las naves hasta el almacén, o en las mismas jaulas, porque el calcio, que es indispensable para formar el cascarón, fue suministrado a las ponedoras a tiempo y en las dosis señaladas.

Por cada gallina, en la misma etapa han ahorrado 2,5 gramos de pienso, lo cual de forma general al contabilizar la totalidad de aves, representa una significativa cifra.

GRANJA DENTRO DE UNA GRANJA

El mismo interés que muestran en la atención a los animales aparece en la planificación y desarrollo de los cultivos varios en 15 hectáreas, que no son otra cosa que las áreas alrededor de las naves o entre ellas.

Un ejemplo convincente es la producción de granos, que va desde frijoles de diferentes variedades hasta el garbanzo, que el pasado año aportó 23 quintales.

La estrategia de siembra contempla el escalonamiento, para disponer de forma permanente de plátano burro, yuca y boniato, así como los cultivos intercalados, principalmente de calabaza y maíz, con el objetivo de aprovechar óptimamente los recursos empleados en la preparación de los suelos.

A partir de las hortalizas obtenidas en el organopónico —que igualmente garantiza los condimentos—, en el comedor se preparan diariamente siete platos devenidos termómetros de la eficiencia de lo que sucede en las áreas de cultivo. Todo eso sin contar el desayuno, en el que se oferta leche producida por las seis vacas en ordeño, huevo y diferentes tipos de viandas.

Aun, cuando aportan a los comedores de otros establecimientos de la Empresa Avícola Holguín que no cuentan con espacios cultivables, semanalmente los obreros llevan a casa una jaba con los productos agrícolas adquiridos a precios módicos, de tal modo que al final del mes sus familias reciben por esa vía más de 80 libras de alimentos que no abundan en las placitas.

Los resultados están relacionados con los planes de siembra mantenidos en los momentos de mayor crudeza de la sequía, el riego con pipa y el enriquecimiento de los suelos por la elaboración de humus de lombriz, además de compost sobre la base de la gallinaza, despojada de sus efectos nocivos sobre el manto freático al mezclarla con desechos de cosechas.

Por eso, después de un rato entre cultivos y personas que aconsejan cómo aprovechar cada centímetro de tierra, no es necesario detenerse frente a una pared repleta de certificados que anuncian logros, para encontrar uno que tiene estampado un merecido título: Granja Urbana de Referencia Provincial.

 

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