La llamada Posición Común impuesta a Cuba por la Unión Europea
(UE) desde 1996 constituye un muro trasatlántico entre el Viejo
Continente y la nación caribeña, que impide el de-sarrollo de las
relaciones normales entre ambas partes, y un dialogo serio bilateral
basado en el respeto mutuo.
Esa política de la UE contra los cubanos, adoptada por imposición
de Estados Unidos y la postura mercenaria del ex presidente del
gobierno español José María Aznar, no tiene otro futuro que ser
eliminada en favor de la real normalización de los vínculos entre el
también denominado grupo de Los 27 y la mayor de las Antillas.
La Posición Común, vinculada al tema de los derechos humanos, es
una actitud hipócrita e injerencista con claros propósitos
subversivos, además de que dice mucho de la falta de independencia
de Europa con respecto a los designios de Washington.
Para nadie es un secreto que las sucesivas administraciones
norteamericanas han pretendido aislar a Cuba, y la actual actitud de
la UE no es otra cosa que un instrumento para ello, que justifica al
mismo tiempo que Estados Unidos mantenga el cruel e ilegal bloqueo
que aplica a la isla caribeña desde hace más de medio siglo.
También es bien conocido que la Posición Común nació frustrada, y
de poco o nada ha servido, por lo que está destinada a su sepultura
definitiva como el prolongado e injusto cerco económico, comercial y
financiero de Washington contra la mayor de las Antillas.
Al respecto, el ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno
Rodríguez, ha insistido en que la referida conducta de la UE es
inaceptable, al tiempo de reiterar que su país está en disposición
de dialogar con el grupo de Los 27, siempre que dicho diálogo se
sustente sobre bases recíprocas acordadas, que establecen su
carácter no discriminatorio, con apego a los principios de no
condicionamiento, respeto a la igualdad soberana de los Estados, y a
la no injerencia en los asuntos internos de las naciones.
Sin duda alguna el balón está hoy en la portería de la UE, a la
que corresponde derrumbar el muro trasatlántico que el Viejo
Continente construyó hace 14 años con la adopción de la Posición
Común, instruida y alentada por Estados Unidos como parte de su
fracasada política agresiva hacia Cuba.