Durante su campaña electoral, Cameron profirió fuertes críticas
contra el candidato liberal demócrata, al afirmar que el voto por su
partido significaba respaldar un nuevo gobierno para el actual
primer ministro Gordon Brown.
Sin embargo, la falta de una mayoría absoluta para su partido
obligó a Cameron a realizar un giro en sus posiciones y contactó
telefónicamente con Clegg para plantearle una "gran oferta abierta
en pos del interés nacional".
En una intervención sin preguntas en la sede de su partido, el
líder conservador agradeció a Clegg su disposición para formar una
fuerza más representativa por primera vez desde 1974, pese a no
lograr los escaños suficientes (326) para alzarse con la mayoría
deseada y gobernar en solitario.
Clegg, perfilado desde un inicio como el comodín de estas
elecciones, tiene ahora en sus manos la llave para que la nueva
administración conservadora —luego de 13 años de hegemonía
laborista— pueda ejecutar su programa de gobierno, centrado en
problemas socioeconómicos como el déficit fiscal.