Preocupado por el elevado déficit fiscal acumulado por su país,
el presidente Barack Obama convocó a su ejecutivo, la Comisión
Nacional sobre Responsabilidad Fiscal y Reforma, así como a
demócratas y republicanos a ahorrar para enfrentar ese elevado
desequilibrio económico, reporta Prensa Latina.
"Tenemos que ahorrar donde podemos, así podremos pagar por lo que
necesitamos", expresó Obama en la Casa Blanca después de dejar
establecida esa comisión especial para combatir el déficit.
Los números rojos reportados recientemente pueden ser una señal
del gran daño que la mayor economía del mundo puede enfrentar a
largo plazo, pues su situación fiscal se deterioró en los últimos
dos años con la crisis económica.
Sobre esa base el nuevo grupo de trabajo estudiará las opciones
para sanear las cuentas públicas y presentará sus recomendaciones en
diciembre, misión que desempeñarán sus 18 miembros escogidos por los
líderes de ambos partidos en el Congreso. En tal sentido, Obama le
dio rienda suelta a la comisión, la cual no tendrá ninguna
restricción respecto a las medidas que pueden analizar para reducir
los alarmantes faltantes del Gobierno.
Con ello, puso luz verde para que ese órgano examine posibles
aumentos de impuestos, la medida más controvertida.
Según la Casa Blanca, el déficit para el año fiscal que finaliza
el 30 de septiembre de 2010 será de 1,555 billones (millones de
millones) de dólares, superior a los 1,415 billones del año pasado.
Los pronósticos para la década que comienza en el 2011 alcanzan
los 8,5 billones de dólares o 4,5 por ciento del Producto Interno
Bruto (PIB) estadounidense.
Sin embargo, la oficina de presupuesto del Congreso estimó que
será de 9,7 billones o 5,2 por ciento del PIB.
Tales cifras demandan tanto del Gobierno como del Congreso un
plan creíble, por lo que el propio mandatario exhortó a trabajar en
la responsabilidad que tienen de ahorrar todo lo posible para poder
gastar, aunque reconoció que la deuda aumentó por los programas de
rescate aplicados por la crisis.
Obama advirtió que durante los últimos dos años la contracción
económica por la recesión provocó un severo déficit fiscal producido
por décadas de malas costumbres en Washington.
En su opinión una gran parte de ese problema tiene su origen en
gastos excesivos, consideración tomada por los analistas como una
alusión a las guerras y los programas impulsados por su antecesor
George W. Bush (2001-2009).
Al respecto, instó a la Comisión Nacional sobre Responsabilidad
Fiscal y Reforma a revisar los programas gubernamentales, buscar
fórmulas de ahorro o de recortes deficitarios, al tiempo que propuso
un congelamiento de los gastos por tres años, con excepción de las
partidas militares, las pensiones y los programas de salud.
Para Obama su nación tiene la obligación ante las futuras
generaciones de enfrentar el enorme déficit, en tanto el presidente
de la Reserva Federal, Ben Bernanke, advirtió que no será posible
hacerlo solamente con el crecimiento.
El tema del déficit multibillonario que se arrastrará durante
varios años puede convertirse en uno de los principales temas de la
campaña hacia las elecciones legislativas de noviembre, afirman ya
los analistas al prever un futuro de difíciles decisiones políticas
para Obama.
A pesar de ello Bernanke sugirió que el aumento de impuestos o
profundos recortes del gasto -dos medidas que pueden ser
políticamente peligrosas para el jefe de la Casa Blanca- serán
necesarias para hacer frente al déficit.
"Ningún pronóstico creíble sugiere que los futuros niveles de
crecimiento de la economía estadounidense serán suficientes para
cerrar estos déficits sin cambios significativos en nuestras
políticas fiscales", dijo.
La propia Reserva Federal reconoció que en pocos años, las
guerras en Iraq y Afganistán vaciaron rápidamente las arcas del
gobierno, que terminaron exhaustas y altamente endeudadas.
Además, la administración rescató a bancos, firmas de Wall Street
y a las grandes automotrices golpeadas por la crisis global.
Sobre esa base Obama defendió su política de congelamiento de
gastos y la decisión de impulsar una reforma del sistema sanitario
que, según cálculos, reducirá en un billón de dólares el déficit
estadounidense en una década.
Se trata de una suma similar a la que el gobierno desembolsó para
controlar varios de los efectos de la crisis, precisó el propio
presidente.
Pero en medio de ese escenario de preocupaciones por el abultado
déficit fiscal estadounidense aún no se sabe cuánto apoyo logrará la
comisión en el Congreso, el que tiene la palabra final en materia
presupuestaria y suele favorecer el gasto.
Allí, tiene lugar en estos momentos una batalla legal en la que
los republicanos frenan el debate y la aprobación de un proyecto de
ley para una reforma financiera, en la cual se establece un estricto
control a Wall Street.
Al respecto, Obama declaró tras dos intentos de votación,
sentirse decepcionado de que los republicanos del Senado se
opusieran en bloque, por lo que los llamó regresar al trabajo y
poner los intereses del país por encima de los del partido .
La propuesta es más estricta que la aprobada en diciembre último
en la Cámara de Representantes, pues obligaría a los grandes bancos
a desprenderse de sus divisiones que comercian con los instrumentos
financieros exóticos, llamados derivados, y les prohibiría negociar
por su propia cuenta con propiedades a nombre de sus clientes.
Se ganaría así un fuerte vigilante para controlar las hipotecas,
las tarjetas de crédito y otras formas de crédito al consumidor,
mediante una nueva Agencia de Protección Financiera al Consumidor.
También habría un nuevo proceso que le permitiría al gobierno
disolver rápidamente instituciones financieras con problemas que
representen un riesgo para la economía.
Pero parece que el alarmante déficit fiscal ni el gran fraude de
Goldman Sachs para hacer miles de millones de dólares con la caída
del mercado, le importan a la oligarquía bancaria de Estados Unidos
dispuesta a defender contra toda medida a Wall Street.