Millones de hombres y mujeres, ancianos, jóvenes y niños, tomaron
por asalto las principales plazas de la Isla, para dar un rotundo SI
a la Patria que se yergue digna, ante las patrañas del imperio y sus
caducos acólitos en el Parlamento europeo.
Fueron multitudinarias concentraciones para denunciar ante el
mundo la feroz campaña mediática que los enemigos de Cuba desataron
contra un pueblo, que jamás se negará el derecho incuestionable de
vivir sin procónsules y ataduras, reporta la AIN.
Desde cada plaza del país se lanzó un mensaje que no dejará
resquicios a la duda: las calles cubanas son de los revolucionarios
y de los que crean en el porvenir, de los que convencidos en que
solo se gana el futuro con el esfuerzo de todos.
Los enemigos de Cuba no aceptarán jamás sentirse derrotados, y su
exigua cuadrilla de mercenarios, vendepatrias y "gladioleras" sabe
que en cada cuadra y en cada esquina de esta Isla, tropezarán de
bruces con la dignidad del pueblo.
Los despachos que emitió hoy la gran prensa internacional después
que concluyó la multitudinaria muestra de apoyo a la Revolución,
hablan por sí solos de cómo se mueven los hilos de esta campaña
difamatoria contra Cuba.
La mesura de los cables que comentaron la presencia de un pueblo
volcado en las calles, no se compara con el show, casi circense, que
arman los mismos medios, cada vez que los mercenarios que parasitan
esta sociedad, sienten el "deber" de justificar con hechos, las 30
monedas que su pagador da a cambio de la apostasía.
Para ellos, aunque cuenten con toda la parafernalia publicitaria
que se paga desde los bancos del Norte o sale de los bolsillos de
los tribunos europeos, no habrá espacios en una sociedad de obreros
y revolucionarios.
En Cuba, el gran reto de los trabajadores es avanzar, elevar el
nivel de vida de la población y mejorar lo alcanzado en la salud,
educación, seguridad y asistencia social.
Los cubanos están listos -lo han demostrado muchas veces en medio
siglo- a compartir carencias y esfuerzos para vencer dificultades.
A eso convoca la dirección de la Revolución, pero sin perder un
ápice de cada una de las conquistas ganadas por el pueblo.