Las mutaciones de Aridanes
Tras dedicarse durante casi un siglo al fomento de la
caña de azúcar, la llanura costera del norte espirituano apuesta
ahora por la producción ganadera y el cultivo del arroz
Juan Antonio
Borrego
YAGUAJAY, Sancti Spíritus.— La cortina de la presa Aridanes es
quizás tan extensa como la de la Zaza, pero paradójicamente su
barriga fue diseñada para retener apenas 4,6 millones de metros
cúbicos de agua, cantidad que cabría más de 200 veces en el mayor
lago artificial del país.
El
cultivo del arroz constituye la actividad fundamental de varias
cooperativas de la zona.
Ubicado al noreste de Mayajigua, en el municipio de Yaguajay, el
embalse se alimenta del drenaje de la llanura que le da nombre, de
un par de arroyos desconocidos que desembocan en su interior y del
rebombeo desde el río Jatibonico del Norte que, a pesar de ser el
más importante de toda la faja septentrional comprendida entre Sagua
la Grande y Camagüey, corre libre hasta chocar con el océano.
La pequeña represa construida hace cuatro décadas, el río que
pasa por su traspatio y los llanos circundantes se integran con
significativa interdependencia a un ecosistema, que resulta
promisorio para el hombre por la diversidad de especies que conviven
en él y, sobre todo, por la bendición de sus suelos para el fomento
agrícola.
EL PRECIO DEL AGUA
Aridanes, zona incluida dentro de la llamada Reserva de
Buenavista que la UNESCO reconoció hace años como Patrimonio Mundial
de la Biosfera, viene reacomodando su economía a las nuevas
realidades del país desde hace aproximadamente una década.
La
reactivación del rebombeo desde el Jatibonico del Norte hasta la
presa implicó una inversión de 32 000 CUC.
La intención ha implicado, en primer lugar, el reemplazo
progresivo de la producción azucarera, predominante hasta los
inicios del presente siglo, por una agricultura que potencia el
desarrollo ganadero y de diversos cultivos como el arroz, lo cual,
al decir de los conocedores, además de una transformación
estructural, requiere de un cambio radical de mentalidad entre sus
protagonistas.
"En primavera esta costa se inunda con lo que orina una rana,
pero en tiempos de sequía el agua se vuelve oro", asegura Pedro Mayo
desde su pequeña trinchera en las márgenes del Jatibonico del Norte,
donde se desempeña como operario de la turbina que inyecta el
líquido al embalse.
El mecanismo de rebombeo, nacido con la construcción de la presa,
fue rescatado hace algo más de un mes, luego de su desarticulación
como consecuencia de la escasez de combustible que laceró la vida
económica de todo el país durante los años de periodo especial.
La electrificación del sistema, ahora dotado de línea de
alimentación y banco de transformadores nuevos, motor y turbina, es
valorada por las autoridades locales como una inversión salvadora
para la región, privilegiada por la abundancia de leguminosas
autóctonas y de otros pastos muy demandados por la ganadería en esta
temporada.
El
nuevo molino instalado en Yaguajay tiene capacidad para procesar una
tonelada del grano por hora.
En los llanos de Aridanes viven actualmente más de 25 000 reses
pertenecientes al sector cooperativo y campesino y sobre todo a las
Empresas Pecuaria Venegas y Agropecuaria Obdulio Morales, buena
parte de las cuales dependen de este surtidor artificial para
subsistir.
La idea —asegura el ingeniero Pedro Rojas, director productivo de
la Agropecuaria Obdulio Morales— es mantener abastecido el embalse
en la medida en que el río lo permita y, por los mismos sistemas que
usaba el MINAZ para irrigar los cañaverales, hacer llegar el agua a
la ganadería y los restantes cultivos.
TIERRA DE ARROCEROS
La siembra de arroz no resulta un snobismo agropecuario para la
zona de Aridanes, donde incluso en época de esplendor azucarero
(años 70 y 80 del pasado siglo) se cultivaba el cereal en
extensiones no despreciables.
El cierre del ingenio Aracelio Iglesias, a principios de la
actual centuria, y la consiguiente extinción de la caña como cultivo
fundamental, sin embargo, incentivaron notablemente la producción
arrocera a pesar de los límites que impone a la región el
insuficiente abasto de agua.
Cuando el zapato aprieta —refieren los lugareños— sobreviene
entre los cosecheros una suerte de piratería hidráulica, en virtud
de la cual son frecuentes los desvíos de canales, arroyos y hasta
del mismísimo río Jatibonico del Norte, límite natural entre las
provincias de Ciego de Ávila y Sancti Spíritus, realidad que está
siendo ordenada hoy día.
Para este año fueron contratadas más de 2 300 hectáreas entre las
dos campañas —se reconocen potencialidades para unas 2 700—,
repartidas entre la Empresa Obdulio Morales y las cooperativas
Sabino Hernández, mayor productora de la costa norte, 17 de Mayo y
Frank País, fundamentalmente.
El programa arrocero en Yaguajay también ha sumado un secadero y
un moderno molino de tecnología brasileña con capacidad para
procesar una tonelada por hora, ambos instalados en predios del
antiguo CAI Simón Bolívar, cercano a la cabecera municipal, donde
además se trabaja en el montaje de una planta reclasificadora para
la compra del producto a los campesinos.
Aunque el secadero aún no puede prestar servicios por la falta de
algunos componentes, la joven industria es considerada clave para la
pretensión del municipio de autoabastecerse del grano, proyecto que
se traduce en un considerable ahorro de recursos para la economía
local.
Así lo avala Marino González, un especialista en Tecnología,
"importado" desde el CAI Sur del Jíbaro, que hace un buen tiempo
lucha por recomponer los destinos productivos de esta llanura,
tristemente recordada por sus enjambres de mosquitos y sus
terraplenes sin fondo. |