El movimiento opositor tailandés Camisas Rojas trata de limpiar
su imagen, afectada por su reciente irrupción en un hospital que se
vio obligado a evacuar pacientes, reporta Prensa Latina.
Los precursores de la polémica acción pretendían capturar a
soldados supuestamente posicionados en el hospital Chulalongkorn,
pero lo único que consiguieron fue mala fama y darle un pretexto al
gobierno para desacreditarlos.
De hecho, el primer ministro Abhisit Vejjajiva salió de inmediato
por la televisión para decir que era "innecesario condenar esta
acción, porque la sociedad tailandesa y el mundo lo hicieron ya".
El acosado Abhisit aprovechó este fallo opositor para reiterar
que el gobierno rechazaría cualquier movimiento que amenazara la
seguridad pública.
El céntrico hospital evacuó a sus pacientes hacia otros centros y
suspendió todas sus consultas y procedimientos, salvo operaciones de
urgencia, algo necesario entre tanta violencia latente.
El doctor Weng Tojirakarn, vocero de los Camisas Rojas, expresó
una "profunda disculpa" por los incidentes, que consideró
"inapropiados en demasía e irracionales".
Los Camisas Rojas reclaman desde el 12 de marzo la renuncia de
Abhisit, la disolución del Parlamento, la restitución del depuesto
primer ministro Thaksin Shinawatra y la convocatoria de nuevas
elecciones.
Hasta el momento los recurrentes encontronazos entre las fuerzas
de seguridad y los opositores han dejado 27 muertos, mil heridos y
pérdidas millonarias en la economía, pero nadie cede un ápice.
El corazón comercial de Bangkok está paralizado hace casi cuatro
semanas, y los "rojos" protegen su bastión en Ratchaprasong con
barricadas de neumáticos y estacas afiladas.
Mientras, los pro-monárquicos y oficialistas "Camisas Amarillas"
reclaman al Ejército acciones más drásticas para acabar la actual
anarquía, apenas tres días después de reclamar una ley marcial.
Esta facción, célebre por cerrar durante una semana el aeropuerto
internacional de Bangkok en 2008, representa a la elite empresarial
de Tailandia, en tanto los Camisas Rojas son en su mayoría
campesinos y proletarios.
Este grupo venera a Thaksin, un polémico multimillonario acusado
de corrupción y nepotismo, pero querido entre el pueblo por sus
medidas sociales, que sus enemigos tildaban de "populistas".