La crisis financiera de Grecia, extendida a España y Portugal y
que amenaza a Italia e Irlanda, tiene en los trabajadores a los más
perjudicados por las medidas de austeridad adoptadas por el
gobierno, reporta Prensa Latina.
A pocas horas de celebrarse el 1 de Mayo, Día Internacional de
los Trabajadores, la nación helénica ha vivido ya tres meses de
protestas sociales protagonizadas por los sindicatos y varios
sectores labores.
Por el impopular plan de ahorro del primer ministro Giorgos
Papandreou, esas movilizaciones parece que se prolongarán, pues
además de las marchas previstas para este sábado, se anunció una
huelga general para el 5 de mayo.
Es que Grecia gastó por encima de sus ingresos y posibilidades,
lo que la llevó a un déficit fiscal de 13,6 por ciento y a una deuda
pública del 115,1 por ciento de su Producto Interno Bruto.
Sin otra solución a la mano y presionada por los mercados y
prestamistas, hace unos días aceptó el plan de rescate financiero
propuesto por la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario
Internacional (FMI), de 45 mil millones de euros para este año.
Pero a cambio, Atenas debe cumplir no solo el plan de austeridad
ya en marcha desde febrero sino también, otro de mayor rigor que ya
inquieta a los sindicatos por sus implicaciones para la población en
general.
Desde principios de año se aplicaron fuertes recortes de los
sueldos y pensiones para el sector público, además de elevar la
carga impositiva, con lo que el país pretende ahorrar unos cuatro
mil 800 millones de euros en 2010.
Todo parece indicar que este 1 de Mayo para los griegos no será
precisamente para festejar, pues para activar la ayuda de la UE y el
FMI se exigen más sacrificios a los griegos de a pie.
Allí, uno de cada cinco personas viven por debajo del nivel de
pobreza, y protestan porque consideran que los responsables de la
crisis financiera siguen beneficiándose.
Según un dirigente sindical que participó en una reunión con el
primer ministro Papandreou, a Grecia se le exige que en 2010 y 2011
rebaje en 10 puntos porcentuales el déficit público, lo que
requerirá ahorros por valor de 25 mil millones de euros.
Ante esos requerimientos el gobierno anunció un alza del impuesto
al valor agregado de los productos, otros gravámenes y más recortes
salariales.
También está en análisis suspender el decimotercero y
decimocuarto mes de salario en el sector público para los empleados
y los pensionados, añadió el sindicalista.
Recientes encuestas arrojaron que los griegos rechazan la ayuda
externa al considerar que estará condicionada a una reducción
salarial adicional del sector privado y de los funcionarios, un
aumento de la edad de jubilación en dos años y despidos de empleados
públicos.
Además, el ejecutivo tiene listo un proyecto para la
privatización y semi privatización de empresas estatales, que le
aportaría unos dos mil 500 millones de euros.
Según los analistas un país de la eurozona no debe depender del
FMI, sin embargo, Bruselas no dudó en entregarle en bandeja de plata
a Grecia para salvar la estabilidad monetaria del bloque y calmar a
los mercados sin importarle las consecuencias.
Hoy la inquietud es mayor porque España, Portugal, Italia e
Irlanda también tienen fuertes deudas y en los últimos años han
sufrido pérdida de competitividad.
El escenario no puede ser más peligroso, en la medida que las
consecuencias de la desocupación y el desplome del poder adquisitivo
del salario se hagan sentir por toda Europa, la protesta bajará a la
calle en cada vez más países para expresar el descontento.
El malestar social que generan la desocupación creciente y el
deterioro de las condiciones salariales, así como la reducción de la
capacidad de consumo, exacerbará el estado de frustración colectiva,
provocará pérdida de confianza en los políticos y alimentará las
huelgas y protestas sociales.
Dentro de ese cuadro, la Unión Europea ya encendió un alerta
general para detener un proceso que los expertos proyectan como una
luz roja para la futura gobernabilidad de la región.