Esta vez, ponen sobre el tapete la candidatura de la ex ministra
jefe de la Casa Civil de la Presidencia brasileña, Dilma Rousseff,
anunciada oficialmente por decisión unánime el 20 de febrero pasado
durante el IV Congreso Nacional del PT.
Al intervenir en el evento, Lula dejó clara su aprobación a la
candidata petista: "No existe hoy en Brasil nadie más preparado para
gobernar el país que Dilma Rousseff". Ante lo que la candidata
expresó: "Mi partido me concede una tarea honrosa. Jamás pensé que
la vida me reservaría tal desafío".
Y es que la ex guerrillera, de 61 años, ha mostrado su valía y
capacidad ejecutiva al frente del ambicioso programa brasileño de
crecimiento económico, que evitó al país sufrir graves afectaciones
por la actual crisis financiera y económica mundial. Sin lugar a
dudas, si resulta electa, continuará la línea del actual gobierno,
de beneficio para amplias mayorías desposeídas.
Dilma está decidida a seguir por "el camino que Lula nos enseñó",
como reza el principal eslogan de su campaña presidencial, aunque
enfocada en avanzar mucho más en políticas de educación y salud,
acrecentar y perfeccionar los programas sociales existentes,
combatir la corrupción y preservar la estabilidad macroeconómica de
la nación.
Con una carrera política que comenzó desde su juventud, la
candidata petista ha asumido importantes cargos en el ejecutivo
nacional, al frente de las carteras de Energía entre el 2003 y el
2005, y como presidenta del Consejo de Directores de la empresa
estatal petrolera, PETROBRAS.
La candidata petista está respaldada por su exitoso trabajo y la
notoria gestión del presidente Lula, quien disfruta de un elevado
80% de aceptación popular, rara avis en el mundo político brasileño.
Indudablemente, quienes favorecen las aspiraciones de Dilma se
apoyan en la actual expansión de la economía brasileña, que salvó de
la pobreza a casi 20 millones de personas, y apunta a generar más de
1,5 millones de nuevos puestos de trabajo en el 2010.
Dilma cuenta también con un creciente apoyo partidario, no solo
del PT, sino también del Partido del Movimiento Democrático
Brasileño (PDMB), la principal alianza política nacional, que
ratificó que cerrará filas a su favor.
Mientras, su principal rival, José Serra, gobernador del populoso
estado de Sao Paulo, y candidato por la coalición centrista del
Partido Social Demócrata de Brasil (PSDB), el Partido Popular
Socialista y los Demócratas, es un político de ideología
socialdemócrata, sucesor del ex presidente Fernando Henrique Cardoso,
y conocido por haber ocupado cargos políticos relevantes como
diputado federal (1986-1994), senador (1994-2002), ministro de
Planificación y Ordenamiento (1995-1996) y ministro de Salud
(1998-2002).
El electorado brasileño elegirá entonces entre una propuesta de
centroizquierda, que ha demostrado su efectividad en estos ocho años
de mandato de Lula, y la opción representada por el alcalde
paulista. En definitiva, la última palabra la dirá el pueblo.