Miguel Pérez, de 75 años es feliz al ver como por los trillos de
las montañas de Villa Clara, cruzan hoy hombres y mujeres camino a
los colegios electorales para elegir a sus representantes locales.
Ayer ese escenario vio a los bandidos que pretendían derrocar la
Revolución, y por las aguas del antiguo rio Hanabanilla, llegaron en
chalupas y pequeños botes armas, milicianos y medicamentos para
apoyar al Ejercito Rebelde, explicó.
A bordo del único colegio electoral flotante de la provincia,
Pérez ejerció su voto, y rememoró los momentos cuando la noche era
cómplice en el desembarco de todo lo necesario para devolver la
tranquilidad a las lomas.
Ahora la realidad es otra, la paz impera en el monte, nadie se
muere por falta de asistencia, se acabaron los analfabetos, y los
jóvenes tienen conciencia de su papel en la sociedad, esa verdad la
conquistó este pueblo y no la puede opacar nadie, porque brilla como
el sol, aseguró.
Dirié López Aguila, con 18 años asiste como elector por vez
primera, sabe del pasado por los libros de historia y conoce la
diferencia existente antes y después del triunfo de la Revolución,
por eso concurrió temprano a votar.
Los órganos de gobierno locales tienen mucha incidencia el
mejoramiento de las condiciones de vida de los residentes en las
montañas, los elegidos realizan una labor de beneficio social que no
tiene semejanza con ningún lugar del mundo, concluyó.