Poco después del mediodía de este viernes, los jóvenes escritores y
artistas, agrupados en la Asociación Hermanos Saíz, cerraban en la
sede de la UNEAC una semana de lecturas, recitales y debates que
confirmaban la continuidad generacional en los procesos culturales
que perfilan la identidad y resistencia del país.
Eran estas algunas de las acciones que caracterizaron la
celebración en Cuba del Día del Idioma, al que se sumó también el
Centro Dulce María Loynaz con una jornada extensiva al coincidente
Día Mundial del Libro y el Derecho de Autor, proclamado en 1995 por
la UNESCO.
En sus palabras en la plaza San Juan de Dios, la Campuzano evocó
la impronta de Cervantes en Alejo Carpentier —por cosas de lo que
Lezama llamó "el azar concurrente", este viernes se conmemoró también el
trigésimo aniversario del deceso, en París de nuestro novelista
mayor—, no solo presentes en la obra del cubano, sino en el gesto
que tuvo aquel de editar masivamente en los albores de la Revolución
las aventuras del Ingenioso Hidalgo.
La Academia prolongará sus actos hasta el próximo lunes, cuando a
las 5:00 p.m. en el Aula Magna del Colegio San Gerónimo presente
junto a la editorial Letras Cubanas un tomo con Una pascua en San
Marcos, de Ramón de Palma, y El rancheador, de Pedro José
Morillas, hitos de la literatura cubana del siglo XIX.
La cita de la Biblioteca Nacional se inscribió en el programa del
XXII Festival La Huella de España, dedicada esta vez a Cataluña. De
ahí que el convite fuera con las letras catalanas. Eso sí, de una
manera muy especial: cuatro prestigiosos escritores cubanos, César
López, Lina de Feria, Alberto Garrandés y Alberto Acosta-Pérez,
dándole voz a cumbres de la lírica catalana de la última centuria
—de Salvador Espriú y Joan Vinyoli a Gabriel Ferrater y José Agustín
Goytisolo— y a una prosista excepcional, Mercé Rodoreda.
En esa comunidad peninsular es añeja tradición —cuentan que se
remonta al siglo XV— regalar en la fecha —diada de Sant Jordi (día
de San Jorge) allá— una rosa y un libro a personas muy queridas. El
público que acudió a la Biblioteca recibió esas prendas, a
conciencia de que el valor de la palabra a viva voz o impresa crece
cuando se defienden la justicia, la solidaridad, el amor. Como lo
hizo Gil de Biedma, según hizo saber emocionado el buen César,
cuando el 18 de abril de 1961 escribió: "¡Oh Cuba en el temprano
amanecer del trópico, / cuando el sol no calienta y el aire está
claro: / que tu tierra dé tanques, y que tu cielo roto / sea gris de
las alas de los aeroplanos! / Contigo están las gentes de la caña de
azúcar, / el hombre del tranvía, los de los restaurantes, / los
miles, los millones que buscan por el mundo / un poco de esperanza
que no venga de Miami".