Según
dicen, cuando se conoce el sistema fiscal de un país, se sabe de qué
tipo de sociedad se habla.
Suficiencia, equidad y eficiencia, al decir de expertos, aseguran
una imposición óptima y con mejor recaudación.
Esa necesaria coherencia se logra con una administración
eficiente y adecuado reparto de la carga impositiva, según
especialistas del centro de estudios del Ministerio de Finanzas y
Precios de Cuba (CECOFIS).
Hay equidad cuando los contribuyentes perciben que el sistema
tributario es justo; ello asegura aceptación y cumplimiento
voluntario.
Es necesaria, además, una multiplicidad impositiva con eficacia
recaudatoria, adecuados ajustes entre el impuesto y la renta
nacional; gravamen igual a personas con igual situación y desigual
con situaciones diferentes y evitar los excesos de gravamen.
Pero de lo que los ilustrados internacionales dicen sobre
impuestos y lo que realmente se hace, hay un gran trecho, aunque
como en todo, el traje debe ser a la medida, en este caso económica.
Entre países la diferencia en el nivel tributario general es
apreciable. Por ejemplo, la recaudación impositiva representa casi
un tercio del PIB de los Estados Unidos y en Suecia, se acerca más a
la mitad. Existen a su vez notables divergencias en los métodos de
recaudación, las tasas y en la definición del llamado mínimo
imponible.
América Latina carece de un modelo tributario ajustado a sus
características; incluso algunos especialistas consideran se imita
al de naciones desarrolladas con personal nada adiestrado para ello.
No existe en la región un control de la imposición directa sobre
rentas y patrimonios, por lo regular con bajas recaudaciones de los
ingresos, su mayor debilidad. Especialistas en el tema apuntan a la
necesidad de ampliar las bases impositivas con mayor control y menos
privilegios injustificados.
La evasión y la elusión generalizada afectan, no solo la
suficiencia del sistema con pérdidas importantes de recursos, sino
también la equidad en la mayoría de los países latinoamericanos. Los
sistemas tributarios están concebidos solo para unos pocos y otros
muchos los evaden.
La concentración del ingreso y de la recaudación, economía
informal, y la existencia de regímenes especiales que favorecen la
fuga de capital, tipifican el escenario de la región, aunque con
marcadas diferencias entre un país y otro. Se conoce de los
esfuerzos de gobiernos como Brasil, Chile y Argentina por una
correcta política fiscal.
Entre el 30 y el 40 % de los impuestos que deberían recaudar los
países en desarrollo terminan en paraísos fiscales. Así se expresa
en el libro La gran evasión: el verdadero escándalo de los
paraísos fiscales, del periodista francés Xavier Harel, del
diario financiero La Tribune. Pero el problema también afecta a las
naciones industriales, —según declaró a IPS el periodista galo,
texto aparecido en la Web—, en Francia solo cuatro de las 40 mayores
empresas cumplen con el pago del impuesto de 33 % sobre las
ganancias corporativas.
Harel cita en sus declaraciones una investigación de Simón Peck,
académico que estudia la evasión fiscal en el comercio entre África
y Estados Unidos, quien revisó registros aduaneros estadounidenses y
halló, por ejemplo, secadores de pelo vendidos a Nigeria a 3.800
dólares por unidad o reproductoras de casetes a 1 400 dólares, o
neumáticos exportados a Ghana que costaban 3 300 dólares cada uno.
Increíble, ¿verdad?
Luis Ordóñez Golcavez, en su artículo publicado en Internet,
Los paraísos fiscales, explica que los "países se aferran a su
soberanía fiscal y, por lo tanto legislan basándose en sus propios
criterios políticos, económicos, sociales o territoriales,
importándole poco o nada lo que sus vecinos hagan".
Las notables diferencias existentes en algunos países —acota— han
conllevado a estos a convertirse en refugio o elección preferente
para colectivos de personas con altos ingresos, o colectivos con
ingresos de dudosa procedencia, o para empresas que buscan maximizar
sus beneficios a costa de disminuir sus contribuciones al erario
público.
Los ciudadanos dudan de la justicia del sistema tributario cuando
no existe una adecuada administración, los impuestos incluyen a
todos los contribuyentes, se favorece la evasión; o cuando se carga
más el consumo —que involucra a toda la sociedad— que a la renta o
el patrimonio, aplicable según ingresos o al de mayor poder
económico.
El nexo entre reforma fiscal y comportamiento de la economía
pondera la eficiencia económica y en ese entendido la estructura
fiscal debe estar sustentada sobre tres grandes tributos: el
impuesto personal sobre la renta, sobre el beneficio de las
sociedades y sobre el volumen de ventas.
Los sistemas tributarios deben facilitar la correcta declaración
de los contribuyentes, asegurar mejor gestión administrativa y
evitar la evasión y elusión de los impuestos. Por tanto, para
asegurar participación y recaudación, el sistema tiene que ser
simple, eficiente y justo.