Abril marca otra huella

TONI PIÑERA

Foto: Otmaro RodríguezPor las hendijas de abril entró otra Huella de España. Cantos, bailes, palabras y recuerdos se trenzaron en la sala García Lorca del GTH, durante la primera jornada de la vigésimo segunda edición del Festival (dedicado en esta ocasión a Cataluña), que cruzará por diversas instituciones habaneras hasta el 25 del cuarto mes, subrayando esa estela de tradiciones que se han mantenido entre dos países, durante siglos, de un lado y otro del Atlántico.

De forma original, volvió a ver la luz el encuentro, cuando por unos instantes la centenaria sala García Lorca, se transformó en el escenario de la ceremonia del cañonazo —soldados incluidos—, para dejar inaugurado un encuentro, que desde 1989 irrumpió en el horizonte cubano, inspirado por Alicia Alonso —presidenta de honor —, y va tras la búsqueda de nuestras raíces culturales (música, danza, artes plásticas, cine, folclor, literatura...).

Descorrieron las cortinas de la gala de inauguración, alumnos de la unidad docente del Ballet Español de Cuba y miembros del Conjunto de Danza Montserrat de la Sociedad Catalana de la Federación de Sociedades Españolas de Cuba, quienes en La sardana hicieron un contrapunteo entre tradición y contemporaneidad a partir de ritmos y bailes tradicionales de la región a la que se dedica esta Huella.

La Habanera de Cádiz, de Carlos Cano, la Canción del abuelo, de Alberto Cortés y La nana del caballo grande, de García Lorca, constituyeron un fértil terreno donde el laureado cantaor Andrés Correa —actualmente integrante de la Compañía Ecos—, pudo desarrollar sus excelentes dotes, acompañado por la pianista Amelia Ruiz y las bailaoras Swanny Leda, Ana Rosa Meneses y Yohara García; mientras que el conjunto Voces de Ultramar acercó, animado por la guitarra y el bandoneón, piezas representativas.

Muy arriba concluyó la primera noche del Festival, cuando apareció sobre las tablas un inspirado Ballet Español de Cuba en Las bodas de Luis Alonso, coreografía de Eduardo Veitía. En pocos minutos, la alegría y el excelente baile de los jóvenes integrantes, liderados por la primera bailarina Irene Rodríguez contagió al auditorio, que con fuertes ovaciones y gritos de ¡Bravo! coronaba esta actuación que mostraba un grupo cohesionado y renovado.

 

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