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Frente al calor del horno para no importar
Joel Mayor Lorán
Joel@granma.cip.cu
A 2 000 grados centígrados, el fuego se bebe el líquido del
cuerpo del hornero. Pero este insiste en mantener las llamas sobre
la mezcla. De su osadía depende en buena medida la producción de
carburo en Cuba, justo cuando los precios del referido compuesto
químico andan disparados en el mercado internacional.
En
el arco eléctrico se genera carburo a temperaturas de unos 2 000
grados centígrados.
El colectivo de la única planta del país donde lo obtienen —la
Fábrica de Carburo y Acetileno Alfredo Corcho Cinta, ubicada en el
municipio habanero de Caimito—, sabe que no basta garantizar las 2
880 toneladas del plan del año; por tanto, acogió la encomienda de
elevar considerablemente los volúmenes en unas 1 500 adicionales.
Pese a lo duro de cada faena, la misión no lo asusta. En él hay
trabajadores muy tenaces, como Osmani Candelaria, quien lleva dos
décadas desafiando temperaturas infernales frente a los hornos. Solo
ha estado en esa industria. Llegó cuando tenía 18 años de edad. Le
gusta su oficio, y ha aprendido a domar el fuego.
Penetrar
el horno para extraer el carburo es, sin dudas, otra de las labores
difíciles y riesgosas.
LA VISIÓN DEL CHE
A inicios del siglo XX, el carburo de calcio iluminaba muchos
hogares. De su mezcla con agua en las lámparas de entonces emanaba
el acetileno que empleaban para alumbrarse. En la actualidad, el uso
principal de esa sustancia sólida consiste en generar el referido
gas con tal de utilizarlo en el corte y soldadura de metales.
La fábrica caimitense nació en 1967 debido a una visionaria idea
del Comandante Ernesto Che Guevara, cuando era ministro de
Industrias, a fin de prescindir de tales importaciones.
Ahora
trasladaremos el carburo rumbo a donde será molido, asegura Vicente
Cruz, quien comparte con este diario el proceso de obtención del
compuesto químico.
Cubre el 50% de la demanda nacional. Sin embargo, últimamente los
precios del carburo han crecido sobremanera, así que la parada de
tres o cuatro meses prevista para el verano, ya no ocurrirá, asegura
Fredy Luis García, el director.
"Luego del profundo mantenimiento acometido en el año 2009, de
momento no será necesaria otra reparación, pues ese trabajo propició
elevar la capacidad de la planta hasta unas 5 500 toneladas; si
contáramos con las cantidades de cal requeridas, pudiéramos alcanzar
semejante tope.
"De todos modos, de un máximo de 13 toneladas diarias de carburo
que hacíamos antes, ahora logramos 26. ¿Quiénes se sirven de estas?
Las siete plantas dedicadas a la obtención de acetileno en el país,
incluida la nuestra, que responde por la cuarta parte del total de
la demanda y cubre las necesidades de las dos Habana, de Isla de la
Juventud y Pinar del Río".
EFICIENCIA DEMOSTRADA
En los tres primeros meses del 2010, cumplimos el plan de
producción de carburo al 114%; mientras, el de 322 metros cúbicos de
acetileno, se comporta como esperábamos, sostiene Pablo Hernández,
el especialista principal.
Sobre los indicadores de calidad, añade otro tanto: consumimos
solo la energía planificada, la pureza del acetileno supera el 99%,
y el carburo rebasa la norma de 200 litros por kilogramo. Desde
luego, prestamos especial atención a las medidas de seguridad, pues
el acetileno es altamente inflamable y explota al menor descuido.
De los 181 obreros, 133 trabajan directamente con las máquinas:
configuran los electrodos del horno; mezclan la cal y el carbón
coque para obtener el carburo; dosifican la cantidad de este último
que se agrega a un generador con agua, a fin de producir acetileno;
enfrentan calor, polvo, ruido, nocturnidad.
Un recorrido por sus instalaciones demuestra que la eficiencia va
más allá de los números. El compromiso, el sentido de pertenencia y
la estimulación les permiten mantener ambas plantas funcionando
durante 24 horas.
Según el director de este colectivo inmerso en el
perfeccionamiento empresarial, aplican favorables sistemas de pago
por los resultados que influyen en que la productividad ascienda al
102%.
APRECIABLES RAZONES
Varios factores permiten que a muchos les suceda como a Vicente
Cruz. Desde el primer enfrentamiento, el fuego le declaró sus
intenciones de metérsele en el cuerpo. Entonces, creyó marcharse en
apenas dos o tres meses; ahora ya acumula 20 años.
"Es un trabajo duro: he visto hombres grandes y fuertes subir las
escaleras, y bajar al instante. Nosotros nos hemos habituado. Claro,
uno se toma tres o cuatro litros de agua; vamos al profilactorio
cada cierto tiempo; nos hacemos chequeos médicos. Pero esta es la
única fábrica de carburo en Cuba; nos toca producirlo aquí, para no
tener que comprarlo en el exterior a los precios de hoy".
Tanto como la estimulación, en la permanencia de los
trabajadores, su dedicación y los resultados sobresale el amor a la
tarea, la sangre caliente no solo por las elevadas temperaturas sino
porque ante grandes retos el empeño puede ser tan fuerte como el
fuego. |