|
El “tomatazo” sin segundas partes
JUAN VARELA PÉREZ
juan.pvp@granma.cip.cu
En la producción agrícola, por lo general, ninguna campaña se
parece a otra. Los imponderables tienen un alto costo, del cual no
escapan ni los más avezados "finqueros" caracterizados por mostrar
campos bien atendidos. Por esta razón, y algunas de carácter
organizativo, el "tomatazo" del 2009 no tendrá segundas partes.
Los
campesinos han trabajado duro para llevar adelante la campaña en
medio de un clima desfavorable.
Hasta los más experimentados campesinos sufren pérdidas o mermas
en los rendimientos si las condiciones climáticas son adversas, o
reciben con tardanza insumos esenciales por atrasos en la llegada de
fertilizantes y plaguicidas financieramente asegurados, o por trabas
en su distribución.
En cualquier producción, la disciplina de los hombres y mujeres,
la aplicación de la ciencia y la técnica, así como el uso óptimo de
los medios disponibles, son determinantes para realizar un buen
trabajo. Dadas sus características, hay cultivos más sensibles que
otros al enfrentar dañinas plagas y enfermedades en dos periodos
claves: durante su desarrollo y al realizarse la cosecha. Cualquier
descuido puede borrar en pocos días el trabajo de meses, perdiendo
los recursos invertidos y dando al traste con los rendimientos.
El
tomate, hoy bien remunerado económicamente, es uno de los tantos
ejemplos. Los resultados del 2009 impresionaron al rebasar los
estimados por amplio margen y tensionar, incluso, a las empresas
agropecuarias, comercializadoras, plantas procesadoras —recibieron
más de 112 000 toneladas—, y al propio Ministerio de la Agricultura.
Pero ese balance —el mejor de los últimos años— no fue obra de la
casualidad. A las hortalizas las acompañó todo el tiempo un medio
ambiente ideal que preservó la salud y el desarrollo de las
plantaciones y ayudó a que el rendimiento alcanzara, como promedio
en el país, 17 toneladas por hectárea. Al incremento de la
remuneración al productor, se unieron el suministro en fecha de
fertilizantes y otros insumos básicos.
Recordemos el llamado "tomatazo", tan criticado en todo el país,
al abarrotar plantas, miniplantas y tarimas. Incluso, en muchas
cooperativas, pese al esfuerzo desplegado, hubo pérdidas
significativas por insuficiencias en el trasiego, falta de
coordinación y déficit de cajas para el acopio.
Las
fábricas se quedaron sin recibir las cantidades necesarias para
producir .
Responsables de esas pérdidas fueron las fallas en el sistema de
acopio-transportación-comercialización y el ignorar la demanda real
de cada lugar, aspectos que condujeron a que las producciones
estuvieran muy por encima de lo convenido, muestra de una mala
contratación. Para el actual 2010, la película se proyecta
diferente. Las fábricas, aquejadas entonces por un exceso de tomate
superior a la capacidad moledora diaria, ahora se lamentan por la
poca oferta.
El ingeniero Gilberto Díaz, director de cultivos varios del
Ministerio de la Agricultura, explicó a Granma que la época
actual devino reverso de la medalla y aunque hubo más exigencia al
suscribir contratos para que estos ganaran en objetividad y evitar
el despilfarro, los resultados son, de igual forma desalentadores.
Al reducirse de manera significativa la producción —alejada hoy
del plan y de las demandas con un rendimiento agrícola inferior a
las 10 toneladas por hectárea—, se han visto afectadas producciones
tan significativas como las de las plantas conserveras.
Ante tal disyuntiva, precisa el directivo, la decisión fue
garantizar no menos de 57 000 toneladas para la industria encargada
de elaborar puré para sustituir importaciones —de ellas se han
entregado 30 000— y mediante la red de mercados ofertarle tomate
fresco a la población, aunque en niveles inferiores al pasado año.
La etapa decisiva y mejor para la siembra de este cultivo,
comprende desde septiembre hasta diciembre; sin embargo, en busca de
resarcir el déficit actual, los "tomateros" aprovechan desde enero
las ventajas de los frentes fríos y continuarán con la siembra
mientras existan posibilidades para eliminar los atrasos, aseguró
Gilberto Díaz.
El compromiso es terminar el 2010 con un volumen total de 104 000
toneladas, las cuales irán a todos los destinos habituales de la
industria.
No obstante, lo esencial es evitar que a las limitaciones
objetivas se sumen otras de carácter subjetivo, pues no pocas veces
las trabas organizativas y la falta de exigencia impiden que los
recursos lleguen al productor en el momento oportuno ocasionando
daños en el ciclo productivo. |