Por eso cuando el ataque mercenario por Girón, en abril de 1961,
Roberto Quirino Rojas no lo pensó dos veces. Con 21 años de edad se
fue a defender lo único que había tenido hasta entonces.
Quirino cojea visiblemente. Muchos de quienes lo tratan ignoran
que el viejo revolucionario resultó herido en los épicos sucesos de
Girón.
Sin embargo, comenta orgulloso que su prueba de fuego no fue
precisamente combatir a los mercenarios en Girón, sino "la limpia
del Escambray, donde tuve idea de lo que era realmente la guerra y
entendí porqué los Estados Unidos apoyaban a las bandas
contrarrevolucionarias.
"Pertenecía al batallón 217. Entre los muchos enfrentamientos
recuerdo uno sostenido en la finca El Dátil. Allí la gente nuestra
se batió de lo lindo. Yo usaba un fusil M-52, que luego me acompañó
a Girón. Pero claro, allí la cosa fue diferente".
El 18 de abril partió Quirino rumbo a las arenas de Playa Girón.
Iba confiado, pero alerta. Recuerda que ya en las inmediaciones de
Covadonga sentía los bombardeos. "Sabía que la pelea iba a ser
diferente, muy dura. Era un lugar que yo desconocía. La metralla de
las armas enemigas iluminaba el cielo".
Relata que muy cerca de San Blas el combate era muy fuerte. "Las
tropas nuestras habían intentado en vano tomar el poblado en manos
de los mercenarios. El enemigo estaba bien posicionado y contaba con
armas más sofisticadas. Entonces nos sugirieron que esperáramos por
la participación de nuestra artillería.
"Y así fue. Entramos de nuevo y los mercenarios empezaron a
replegarse. En el trayecto hacia el punto que daba a la playa, un
grupo de mercenarios se ocultó en una curva y nos sorprendió, fue un
instante de mucha balacera. En medio de aquel imprevisto combate me
hirieron en la pierna derecha".
Quirino vivió en Girón una de las experiencias más notables de su
vida, aun cuando tuvo que postergar para siempre el sueño de su
vida: ser pelotero.
"Pero no me quejo. Girón significó algo muy grande para todos los
cubanos."