Pasajes de una ruta excepcional

Anneris Ivette Leyva

Gustavo Dieppa Acosta e Israel Cardoso Romero han manejado sus respectivas adulteces en medio de una hermandad envidiable, conquistada al frío de madrugadas lejos del hogar y monotonía de vueltas de timón y cambios de velocidad.

Foto: Yaimí RaveloGustavo e Israel muestran el asiento que ocupó Fidel.

Comenzaron a trabajar en la antigua Empresa de Ómnibus Nacionales entre la década del 60 y la del 70, pero el destino no los unió hasta 1997. A partir de entonces, a la práctica constante de conocer y evadir cada bache de nuestras carreteras, unieron el servicio respetuoso y afable que los ha distinguido.

En el 2005, cuando llegaron al país las primeras "guaguas" Yutong por el puerto de La Habana, cuentan que había alrededor de 400 choferes para recibirlas y, a pesar de los tiznes y sudores ganados en el día, darles el primer paseo por la capital.

Solicitaron una pareja ejemplar para llevar a cabo una misión, y ellos fueron los seleccionados. "Fuimos a limpiarnos un poco y cambiarnos de ropa, pero desconocíamos el objetivo: a última hora supimos que el destino de nuestro primer recorrido en el ómnibus era con Fidel."

Aquella fue la primera vez que los nombraron "la pareja envidiable", y eso han continuado siendo para sus colegas de la base de fletes Transmet: un dúo a imitar. Desde ese entonces, jamás han trabajado separados.

"Cada vez que nos asignan un viaje, vamos los dos o no salimos. Así garantizamos el cuidado del carro: fue uno de los primeros en entrar al país, y mira sus condiciones", dice Israel mientras invita a observar un entorno que ya Granma, por experiencia, sabe limpio, conservado.

Una hora y media estuvo el Comandante en Jefe dialogando con ellos, el 17 de junio del 2005. El asiento donde descansó conserva un recordatorio del pasajero insigne. También el número del carro está relacionado con este hecho: el 1317 representa el cumpleaños de Fidel y el día en que abordó el vehículo.

Casi un lustro después de la experiencia, Gustavo e Israel han seguido ejercitando las cualidades que les permitieron merecerla. Como parte de la comisión de disciplina de su centro, el binomio singular ha recorrido el país entero tratando de rescatar el respeto de la población por el transporte, a partir de elevar la calidad de este. Y cada vez que se demanda un servicio de responsabilidad mayor, son ellos los designados para ofrecerlo.

Gustavo podría haberse retirado ya, pero a Israel le falta un año de trabajo para tener derecho a la jubilación, y el compañero mayor no se anima a dejarlo solo. No son simples colegas de trabajo, sino hermanos que con apenas mirarse saben qué giro dar en plena vía, cuál ruta tomar, o cuándo debe descansar uno y entregarle al otro el timón de la nave, la responsabilidad sobre medio centenar de vidas.

 

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