Comenzaron a trabajar en la antigua Empresa de Ómnibus Nacionales
entre la década del 60 y la del 70, pero el destino no los unió
hasta 1997. A partir de entonces, a la práctica constante de conocer
y evadir cada bache de nuestras carreteras, unieron el servicio
respetuoso y afable que los ha distinguido.
En el 2005, cuando llegaron al país las primeras "guaguas" Yutong
por el puerto de La Habana, cuentan que había alrededor de 400
choferes para recibirlas y, a pesar de los tiznes y sudores ganados
en el día, darles el primer paseo por la capital.
Solicitaron una pareja ejemplar para llevar a cabo una misión, y
ellos fueron los seleccionados. "Fuimos a limpiarnos un poco y
cambiarnos de ropa, pero desconocíamos el objetivo: a última hora
supimos que el destino de nuestro primer recorrido en el ómnibus era
con Fidel."
Aquella fue la primera vez que los nombraron "la pareja
envidiable", y eso han continuado siendo para sus colegas de la base
de fletes Transmet: un dúo a imitar. Desde ese entonces, jamás han
trabajado separados.
"Cada vez que nos asignan un viaje, vamos los dos o no salimos.
Así garantizamos el cuidado del carro: fue uno de los primeros en
entrar al país, y mira sus condiciones", dice Israel mientras invita
a observar un entorno que ya Granma, por experiencia, sabe
limpio, conservado.
Una hora y media estuvo el Comandante en Jefe dialogando con
ellos, el 17 de junio del 2005. El asiento donde descansó conserva
un recordatorio del pasajero insigne. También el número del carro
está relacionado con este hecho: el 1317 representa el cumpleaños de
Fidel y el día en que abordó el vehículo.
Casi un lustro después de la experiencia, Gustavo e Israel han
seguido ejercitando las cualidades que les permitieron merecerla.
Como parte de la comisión de disciplina de su centro, el binomio
singular ha recorrido el país entero tratando de rescatar el respeto
de la población por el transporte, a partir de elevar la calidad de
este. Y cada vez que se demanda un servicio de responsabilidad
mayor, son ellos los designados para ofrecerlo.
Gustavo podría haberse retirado ya, pero a Israel le falta un año
de trabajo para tener derecho a la jubilación, y el compañero mayor
no se anima a dejarlo solo. No son simples colegas de trabajo, sino
hermanos que con apenas mirarse saben qué giro dar en plena vía,
cuál ruta tomar, o cuándo debe descansar uno y entregarle al otro el
timón de la nave, la responsabilidad sobre medio centenar de vidas.