Desde
tiempos inmemoriales en los que el hombre aprendió a coexistir en
comunidad, el humanismo ha sido un sentimiento cargado de altruismo.
Quizá hoy, en medio de un mundo plagado de guerras, sumido en una
profunda crisis financiera y donde ni un ápice de consenso
manifiestan las potencias sobre fenómenos como el hambre y el
notable deterioro del planeta, el ejemplo del joven canadiense Terry
Fox lance una voz de alerta a muchos.
Mañana, andarines de los 169 municipios de Cuba acudirán al
llamado de la solidaridad y celebrarán la XII edición del Maratón de
la Esperanza.
Sus corazones estarán oxigenados por la misma motivación de Terry
Fox, quien víctima de cáncer sufrió la amputación de la pierna
derecha con solo 18 años, y a pesar de ello inició el 12 de abril de
1980 en St. John’s, Newfoundland, su extenso recorrido de 42
kilómetros diarios durante 143 jornadas ininterrumpidas.
La primera edición de la Terry Fox en la Isla se celebró en 1998,
con salida y meta en las áreas aledañas al Instituto de Oncología y
Radiobiología, principal institución destinada a la cura e
investigación sobre los diferentes tipos de cáncer. Al año siguiente
el recorrido se trasladó al pequeño circuito de Marabana.
Precisamente la doctora Teresa Romero, directora de la Unidad
Nacional para el Control de ese padecimiento, puntualizó que en
estos 12 años el principal producto que ha dejado la maratón ha sido
el convencimiento de que contra el cáncer se puede luchar,
especialmente en una nación donde constituye la segunda causa de
mortalidad.
Tal vez esa sea una de las razones por las que Cuba, exceptuando
a Canadá, sea la de mayor volumen participativo y única en el orbe
donde la carrera tiene carácter simultáneo. Expresión de ello lo
constituyen las más de un millón de personas que largaron en los
distintos circuitos de todo el archipiélago en la edición
precedente.
La presencia de Betty y Rolly Fox (padres), y su hermana Judith
Fox-Alder, presidenta de la Fundación Terry Fox, hacen que la cita
adquiera connotación especial este año, y al decir de Jean-Pierre
Juneau, embajador de Canadá en la Isla, constituye otra
manifestación de los estrechos lazos de amistad entre ambos pueblos,
que se extienden por más de 65 años.
La magnitud de la carrera en Cuba trasciende el plano
competitivo, y es por eso que artistas plásticos de renombre como
Manuel Mendive, Flora Fong, Alexis Leyva (Kcho), Alfredo Sosabravo y
Ernesto García Peña, entre otros, donan piezas que se subastan para
la recaudación de fondos destinados a sufragar investigaciones
contra el cáncer. Igual finalidad tendrá el concierto de la Orquesta
Sinfónica Nacional el próximo domingo en su sede del teatro
auditórium Amadeo Roldán.
Con esos argumentos, un mar de competidores retumbará en las
calles cubanas, ya sea a pie, en patines o sobre una bicicleta.
Nuevamente la apuesta por una mejor calidad de vida y el notable
humanismo de nuestro pueblo emergerán victoriosos en esta XII
Maratón de la Esperanza.