Recién terminando de ver un excelente reportaje de 15 minutos de
duración sobre la situación en Haití, realizado por el programa
Informe Semanal de Televisión Española, me di cuenta de un detalle
interesante: en docenas de entrevistas a víctimas, médicos,
rescatistas, voluntarios, no hay ni un solo encuadre donde el
reportero de la nota esté participando.
Será por eso que pude concentrarme en la verdadera noticia: lo
que le está ocurriendo a la gente de Haití y las dificultades y
emociones de los rescatistas, de las víctimas, sus penurias y la
situación del país en esta horrible tragedia.
Obviamente, por ser un canal español, el programa se concentró en
los bomberos de ese país que contaban emocionados al punto de las
lágrimas cómo no habían podido terminar de salvar a una niña a la
que tenían casi fuera de unos escombros porque guardias de seguridad
les conminaron a salir de un área donde comenzaba a haber violencia,
tiroteos y saqueos y la propia vida de los rescatistas hubiera
estado en peligro. En otro encuadre vemos a un equipo de doctores
asistiendo al nacimiento de una niña haitiana por medio de una
cesárea y la emoción plasmada en los rostros de esos médicos en
medio de tanta frustración por no poder salvar a todo el mundo.
Momentos que cuentan, paso a paso, una realidad compleja.
Agradecí profundamente esta muestra de gran profesionalidad
periodística, pero me hizo sentir más harta del protagonismo casi
obsesivo de los periodistas estadounidenses de los canales de
televisión, que no están felices si no están en la cámara siendo el
centro de la atención, como el reportero de CNN que salvó a un niño
de en medio de una pelea callejera o los médicos de cualquiera de
los canales (con esta moda de tener médicos corresponsales)
ofreciendo tratamiento a enfermos y luego reportando ellos mismos lo
que hicieron.
Sé bien que el público estadounidense está acostumbrado al
periodismo protagonista. En otros países los reporteros de TV casi
ni siquiera se ven en cámara, a lo sumo sale una manita con un
micrófono mientras se cuestiona al personaje centro de la
información. Pero aquí es otra cosa. Fue algo que me chocó
sobremanera cuando vine a este país, que en muchos aspectos es cuna
del periodismo moderno, pero en donde la moda y la competencia por
los ratings han creado este estilo de periodismo protagonista donde
el YO YO y YO es la constante. Un estilo donde lo que importa no es
la respuesta a la pregunta, sino que me vea yo, el reportero,
haciendo la pregunta al lado de este importante político o
personaje. O yo, el periodista audaz, consolando a las víctimas de
esta tragedia.
Las leyes básicas de periodismo nos enseñan que el reportero no
es la noticia, la noticia son los otros. Meternos en la misma y
reportar sobre nuestro heroísmo es un problema, porque elimina la
imparcialidad necesaria en el periodista y la distancia de lo
reportado. Pero a la gente le encanta un héroe, porque los
periodistas de TV ya no son eso, sino personalidades famosas. Y
además es increíblemente dramático y buena televisión.
Mejor sería volver la cámara hacia afuera y ver que hay muchos
otros héroes en Haití, ayudando, dándolo todo y también, sufriendo
con las víctimas. O, si eres médico, deja la cámara y tu trabajo de
"periodista" y dedícate a curar a los enfermos o a reportar sobre
otros médicos allí presentes, con tu conocimiento de medicina. Eso
sí sería buen periodismo.