Mentira entre bastidores…

ELSON CONCEPCIÓN PÉREZ
elson.cp@granma.cip.cu

El vicepresidente norteamericano Joseph Biden viajó por estos días a Jerusalén —según informó la Casa Blanca—, para relanzar las estancadas conversaciones de paz entre israelíes y palestinos.

En plena visita, el gobierno de Tel Aviv anunció que construiría 1 600 nuevas viviendas para judíos en la parte este de esa capital, territorio palestino ocupado. Esta burla israelí, en el primer año de Obama en la Casa Blanca, fue reiteradamente rechazada por Washington. Y resultaba claro que Biden no podía aceptar calladamente el anuncio del premier Benjamin Netanyahu, y por tanto, lo condenó.

Se trataba —sin lugar a dudas— de que Israel intentaba dar un golpe mediático con eso de querer demostrar al mundo que no es un sumiso seguidor de los consejos estadounidenses.

Vale recordar entonces lo publicado por el diario israelí Ha’aretz, cuando se refirió a que el presupuesto norteamericano presentado al Congreso para el año 2010 contempla 2 775 millones de dólares de ayuda a Tel Aviv, superior un 10% al aprobado un año antes durante el gobierno de George W. Bush.

Esa ayuda a su aliado para el Oriente Medio se usará, entre otras cosas, para el desarrollo conjunto de los misiles Hetz-3, un sistema diseñado para interceptar y destruir misiles balísticos cuando se encuentran en la estratosfera.

Pero, no solo contribución económica y militar para los israelíes se pidió al Congreso norteamericano, sino que se hace un llamamiento a que la administración de Barack Obama respete la reivindicación sionista sobre Jerusalén.

No importa que la ONU y la comunidad internacional no reconozcan la soberanía israelí sobre ese territorio ni que haya un compromiso histórico para que los palestinos tengan en la parte este de la ciudad, la capital de su Estado.

Y hay más, ese presupuesto de ayuda a Israel estipula también, que los representantes estadounidenses no deben recibir a los de la Autoridad Palestina en Jerusalén, ni siquiera en las zonas que les pertenecen y están bajo ocupación israelí.

Queda claro que mientras Estados Unidos quiere aparentar ante el mundo que está contra los asentamientos judíos y que pretende ser mediador para nuevas conversaciones de paz, como se percibe de la visita del vicepresidente norteamericano a esa convulsa zona, Washington y Tel Aviv se abrazan militar, económica y políticamente, en un plan mucho mayor, que no solo afecta a los palestinos, sino que trasciende a otros países de la región y del mundo.

 

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