Tres medallas, una de cada color, pueden significar una ubicación privilegiada de quinto lugar. Así sucedió en la edición de Valencia 2008.

¿Se repetirá el regocijo de agosto último, en Berlín, por parte de Yargelis y Mabel?.

Si se obtienen dos de oro un cuarto lugar es posible, como en Budapest 1989, mientras que si la cosecha es de tres doradas la ubicación puede fluctuar entre prestigiosos escaños como el tercero de Barcelona 1995 o el segundo de París 1997.

Es lo común en los Campeonatos Mundiales Bajo Techo, cuya XIII edición se celebra desde este viernes, hasta el domingo, en Doha, Qatar.

Y es que se trata de una competencia —con frecuencia bienal—, de solamente 26 finales que privilegia las pruebas de velocidad plana y con vallas, junto con las cuatro modalidades de saltos, en las que Cuba ostenta un añejo protagonismo.

Etíopes y kenianos, jerarcas universales en las carreras de fondo y medio fondo, solamente tienen estas últimas para distinguirse, pues el programa de pista no va más allá de los 3 000 metros planos, de modo que ocupan la sexta y la decimoséptima posiciones, respectivamente, en el medallero histórico.

Desde los llamados Juegos Mundiales de París 1985, antecedente de estas citas con primera versión oficial en Indianápolis 1987, hasta la más reciente de Valencia 2008, la mayor de las Antillas ha conquistado 38 medallas, divididas en 14 de oro, 13 de plata y 11 de bronce, válidas para un auténtico quinto lugar, que en la actualidad puede considerarse cuarto, pues ya no existe la Unión Soviética, ocupante de ese puesto.

Los participantes cubanos han sido 144 en total, de los cuales 93 consiguieron ubicarse entre los ocho finalistas que puntean, para un buen 65% de aprovechamiento.

El promedio de contendientes por cita es de 11, con un pico de 17 en Toronto 1993. El equipo actual cuenta con 13 integrantes, solo superado cuantitativamente en dicha reunión canadiense y en la húngara de Budapest 1989, con 14.

A mayor número, más posibilidades, pero no siempre funciona tal correspondencia. Fundamentales son los ases de triunfo, los capaces de encaramarse en el podio de premiaciones. En ese sentido contamos con varios de ellos.

De entrada están en el equipo cubano el trío de medallistas del anterior Campeonato: Yargelis Savigne (oro), Arnie David Girat (plata) y Anay Tejeda (bronce).

Con su maestría en el triple y acreditada por un resultado alejado 40 cm del resto (14.84), Yargelis es la gran favorita para conquistar su cuarta corona terrestre —otras dos al aire libre— en una prueba estancada en un bajo perfil internacional que pudiera ser aprovechado por su compañera Mabel Gay para escoltarla, como en Berlín 2009, aunque este año solo exhibe 14.28, sexta en la lista de dos por países.

Girat es un triplista de agallas para las lides importantes y con él habrá que contar de nuevo para el podio, pese a que su crédito de 17.27 aparece cuarto de la temporada. Su compañero Yoandri Betanzos (tercero, 17.30), con sobrada experiencia, aspira a volver a tiempos estelares como los bronceados de 2004 y 2006.

Más que el veterano italiano Donato, líder actual con 17.39, el principal contrario será en su retorno el sueco Christian Olsson (17.32) con quien han alternado éxitos y reveses, mas resulta un hueso duro de roer por multicampeón en distintos escenarios y compartir con Aliecer Urrutia el tope bajo techo de 17.83.

Anay demostró hace dos años que una buena puesta a punto permite deshacer pronósticos. El viernes último, en Lievin, volvió a lucirse en ese sentido con un triunfo sobre varias estelares y su mejor crono de la campaña (7.95).

También hay otros con linaje y experiencia como ellos en este contexto, entre quienes descuella Dayron Robles, el atleta cubano más famoso de la actualidad, recordista mundial al aire libre y titular olímpico en 110 con vallas.

Si bien no ha mostrado credenciales semejantes a las preparatorias del 2008 para los 60 con vallas, Dayron es uno de los grandes favoritos para coronarse, pues fue subcampeón en Moscú 2006, cuando era un novato apenas, y debe ser cosa del pasado el percance de Valencia, varado en la semifinal en espera de una inexistente salida en falso.

Marcha invicto, con mejor crono de 7.44, y en su última victoria, en Lievin, un 7.45 resultó expresión de su potencialidad, pues tuvo la peor salida, con 0.205 milésimas de retraso. Por ejemplo, con la rápida salida de Anay Tejeda ese mismo día (0.136) podía haber bajado de 7.40.

El único con mejor crédito en la actual campaña (7.41 en altura y 7.43 normal) es el estadounidense Terrence Trammell, con una larga data de segundos lugares al aire libre, pero quien ostenta dos cetros bajo techo (2001 y 2006).

Wilfredo Martínez es otro buen candidato al podio en longitud, con dos buenos saltos de 8.18 y 8.16. Los tres que tiene delante no han ido más allá de 8.24 y ninguno ha estado dos veces sobre 8.15.

El decatlonista Leonel Suárez va a un reto como primer cubano en un heptatlón mundialista, que no comprende a la jabalina, su prueba más fuerte. Entre los ocho ilustres convocados la mitad está rodeada de un signo de interrogación por no haber completado el evento este año. Los otros tres superan al cubano confiándose en su intrepidez y buena forma deportiva cuando hace falta, además del deseo expreso de llevar el récord cubano sobre los 6 000 puntos.

Misleydis González y Mailín Vargas ya han sido finalistas en otras grandes ocasiones y eso se espera de ellas, sobre todo la primera, pues la segunda debuta, lo mismo que Dayron Capetillo en vallas, William Collazo en 400 metros y David Lescay en 60 metros, para quienes de la misma manera un buen saldo sería colocarse entre los finalistas que puntean.

Un total de ocho cubanos accedieron a igual mérito en las dos ediciones precedentes. Ahora cuentan con 13 figuras y nueve finales posibles para distinguirse.

Rondar nuevamente dicho entorno o mejorarlo, junto con la obtención de cuatro o cinco medallas, con posibilidad de dos máximas a cargo de Yargelis y Dayron, evidenciarían el estado saludable de nuestro atletismo, cualquiera que fuese la posición final por países.