Acordeón mirando al Sur

PEDRO DE LA HOZ
pedro.hg@granma.cip.cu

Con su Camerata, Zenaida Romeu no solo ha conseguido un organismo preciso y dúctil a la vez, sino también un reflejo de su sensibilidad. La más reciente entrega del ensemble en el teatro Amadeo Roldán confirmó ese rasgo. La empatía de las muchachas con el acordeonista italiano Antonio Peruch y la pianista uruguaya Polly Ferman legó al auditorio la huella de una jornada memorable, bajo el signo del tango renovado por Astor Piazzolla y su seguidor Daniel Binelli.

La única excepción en el repertorio consistió en el estreno mundial del Concierto para acordeón y orquesta de cuerdas, del canadiense Allan Gigilland, presente en la audición. El compositor, estimulado por el extraordinario despliegue técnico-expresivo de Peruch —un verdadero demiurgo en la interpretación de un instrumento que ha elevado a categoría clásica—, concibió una obra donde el lucimiento del solista sobrepasa el eclecticismo del lenguaje y los devaneos estructurales.

El resto del programa tomó la brújula del sur, con los inspirados temas de ese Piazzolla que creía "en la armonía, los ritmos, el contrapunto de dos o tres instrumentos que es hermoso" y pensaba que "mientras más se pinta a la aldea, más se pinta el mundo", y en ese Binelli que explicó alguna vez que en el puente entre la tradición de Pugliese y la innovación de Piazzolla estaba la expresión sonora del alma argentina.

Peruch, la Ferman y Zenaida dejaron en el aire la sensación de que la música es un arte de sugerencias, más que de afirmaciones; de imágenes más que de contundencia.

 

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