El
hallazgo del sarcófago de la reina Behenu, hasta ahora desconocida
como miembro de la VI Dinastía, alienta hoy la curiosidad de
arqueólogos egipcios, días después del descubrimiento de una cabeza
gigante del faraón Amenofis III.
El jefe del Consejo Supremo de Antigüedades (CSA) de Egipto, Zahi
Hawass, valoró de estimulante el desenterramiento del ataúd intacto
de Behenu, quien reinó de 2374 a 2191 a.n.e., aunque se ignora si
era esposa de Pepi I (2354-2310 a.n.e.) o de Pepi II (2300-2.206
a.n.e.).
Philippe Collombert, jefe del equipo de expertos franceses que
localizó el sepulcro, se inclinó por relacionar a Behenu con Pepi II
y se congratuló por incorporar a la historia egipcia una nueva
soberana.
El sarcófago, de 2,6 metros de largo y uno de altura, se
encontraba en una cámara funeraria ubicada en una pirámide situada
al sur de la famosa pirámide escalonada de Saqqara, necrópolis de la
antigua capital egipcia de Menfis, a unos 30 kilómetros al sur de El
Cairo.
La pirámide de Behenu, de 25 metros de largo, descubierta en 2007
se hallaba junto a las de otras siete reinas, a saber, Inenek,
Nubunet, Meretites II, Ankhespepy III, Miha, y una aún sin
identificar.
La de Behenu está muy cerca de la pirámide del faraón Pepi I, y
en su interior fue sorprendente ver los jeroglíficos del ataúd
indicando que se trataba de la esposa del rey y su amada, relató
Hawass.
Además, en dos paredes interiores de la cámara se leían
escrituras intactas típicas de las V y VI dinastías (2465-2150 a.n.e.)
que ayudaban al difunto en su viaje al más allá.
Los antiguos egipcios creían que las almas de la realeza podían
volar al cielo o, alternativamente, utilizar escaleras, rampas y
laderas con la ayuda de jeroglíficos religiosos.
Sin embargo, el secretario general del CSA lamentó que la cámara
mortuoria de cuatro mil años fue saqueada, presumiblemente en el
llamado Primer Período Intermedio (alrededor del 2200 a.n.e.) y en
su interior sólo se encontraron despojos.
Mencionó restos de bandas de lino utilizadas para envolver la
momia de la soberana, pedazos de madera, fragmentos óseos y de
cerámicas.
Por su lado, el inspector de antigüedades del CSA que trabajó con
los franceses, Galal Muawad, describió el hallazgo como algo raro
porque el cuerpo principal del sarcófago está hecho de granito rojo
y la tapa es de basalto negro, cuando por lo general son similares.
El suceso se produjo menos de una semana después de que
excavadores ubicaran una cabeza intacta de 2,5 metros de alto del
faraón Amenofis III, hecha de granito rojo y con tres mil años de
antigüedad, en su templo funerario de la ciudad de Luxor, en el sur
del país.
Los descubridores la describieron como una obra maestra de gran
calidad artística, un retrato del rey con trazos esculpidos muy
finos y llenos de juventud que formaba parte de una estatua en la
que éste estaba de pie, con los brazos cruzados y símbolos reales en
las manos.
Amenofis III, cuyo gobierno duró de 1390 a 1352 a.n.e., era padre
de Akenatón, bautizado por la historiografía como el faraón hereje
por empeñarse en imponer la religión monoteísta con el culto a Atón.
También resultó estimulante para los arqueólogos e historiadores
egipcios la noticia esta semana de que se recibieron de Londres 25
mil piezas, incluidas algunas expuestas en el Museo Británico por
más de un siglo, aunque no se precisó si quedarán aquí
permanentemente.