Alemania y Francia dieron nuevos pasos que consolidan sus
proyecciones de locomotora europea, en un abanico de dominios que
priorizan tanto la economía como el tema del cambio climático.
El llamado eje París-Berlín, con diferencias a veces no tan
semánticas, parece avanzar a pasos acelerados a partir de la empatía
de la canciller federal alemana, Angela Merkel, y el presidente
francés, Nicolás Sarkozy.
Durante el consejo de ministros franco-germano, efectuado hoy en
esta capital, Merkel y Sarkozy dejaron en claro sus deseos de
impulsar en el seno de la Unión Europea (UE) un Gobierno Económico y
una agenda de trabajo hacia el año 2020.
De hecho, irán a Bruselas el 11 de febrero con un documento de 80
medidas que propondrán a la UE en el seno del Consejo Europeo, entre
las que incluyen establecer nuevos indicadores para medir el
crecimiento económico.
Según textos entregados a la prensa y las propias declaraciones
de Merkel y Sarkozy, Alemania y Francia quieren que el bloque
comunitario tenga en cuenta aspectos como el bienestar sanitario,
social o medioambiental a la hora de evaluar las economías.
Se basan en las recomendaciones de los premios Nobel de Economía
Joseph Stiglitz y Amartya Sen, que servirán para calcular mejor el
Producto Interior Bruto (PIB).
Ante los resquemores que desde hace rato despierta en no pocos
integrantes de la UE, Sarkozy subrayó que este liderazgo
franco-alemán no se dirige contra nadie . Siempre que exista una
Europa fuerte, nuestros países deben trabajar juntos, acotó.
Estamos dispuestos a aceptar críticas, pero debemos terminar con
las promesas que luego no se cumplen, enfatizó el jefe de Estado
galo.
Berlín y París indicaron que ya vencido el debate institucional
en el continente, los esfuerzos deben encaminarse a una acción
concreta al servicio de sus ciudadanos y de sus empresas,
preservando el medio ambiente, que es nuestra herencia común .
En tal sentido, remarcaron la necesidad de vigilar los tipos de
cambio con la zona euro y reafirmaron su compromiso con el Pacto de
Estabilidad y, en particular, con la meta de que el déficit sea
inferior al tres por ciento del PIB en 2013.
Al mismo tiempo, resaltaron los deseos de establecer una
regulación financiera internacional robusta y armonizada para
garantizar unas reglas del juego equitativas en la reglamentación y
la supervisión, a través del G8 y G20.
Los dos gobernantes aprovecharon la ocasión para reiterar el
espaldarazo al programa de construcción del avión militar A400M, con
grandes retrasos y pérdidas económicas hasta el momento.