El ex presidente polaco Lech Walesa estuvo ayer de nuevo en
Miami. Vino a hablar como invitado de honor de Jorge Mas Santos a un
banquete que le ofrecía la "Fundación-Cubana-Americana" en el
edificio de la llamada "Torre de la Libertad", situado en la avenida
Biscayne del centro de la ciudad.
Hace unos cuantos años Walesa también estuvo por acá. En aquella
ocasión su anfitrión había sido Jorge Mas Canosa, el "padre fundador
de la susodicha Fundación", valga la redundancia. En aquella
ocasión, hablando en un banquete como el de ayer y después de
haberse bebido media botella de vodka polaca, el invitado pronunció
un emotivo y optimista discurso en el que como regalo de esperanza a
sus anfitriones les decía que fueran haciendo sus maletas que el
gobierno cubano presidido entonces por Fidel Castro estaba en sus
finales, tal como había pronosticado el periodista del Miami Herald,
Andrés Oppenheimer.
En sus declaraciones de ayer martes después de una buena cena y
otra media botella de vodka polaca, Walesa declaró a la concurrencia
—unos 300 invitados que pagaron a 100 dólares el cubierto— que en
Cuba el cambio de gobierno estaba al doblar de la esquina. Era el
mismo Walesa. Era el mismo discurso. Pero el Mas Canosa presente no
era el padre, sino el hijo. Como tampoco era la misma botella de
vodka.
Me cuentan que Walesa, ya retirado de la política de su país, se
dedica a pronunciar discursos. Los cobra de acuerdo a la extensión
de su perorata y a la distancia que tiene que volar desde Varsovia,
pagada estancia en hotel de cinco estrellas y boletos con dos
acompañantes en asientos de primera. Ah, y lo más importante, el
sobrecito con el dinerito, que Walesa lo anota como "regalito".
Eso sí, vodka rusa Stalichnaya no, tiene que ser polaca y de la
marca "Sobietski", cuya propaganda dice ser la mejor del mundo, que
le alegra la vida y al que la bebe le da por hablar boberías.