Hermoso 
			regalo para la sensibilidad y a la vez mensaje transido de identidad 
			es el que nos ofrece el Museo Biblioteca Servando Cabrera Moreno 
			(Paseo y 13, Vedado), al exponer Sobre la tela del tiempo, 
			selección de obras de Roberto Diago Querol (1920-1955) que tiene a 
			nuestro Martí como personaje central. 
			Ciertamente, este Diago que aquí se nos presenta es el que rinde 
			cuentas ante el aprendizaje de la figuración académica. Pero más 
			allá de las convenciones pictóricas desplegadas y el dominio de los 
			parámetros técnicos en la composición realista se advierte una 
			aproximación cálida y una impronta original en el tratamiento 
			temático, lo cual es mucho más notable cuando se confronta el 
			resultado artístico con el contexto en que se produjo, precisamente 
			una república en la que naufragaban los sueños de Martí. 
			De manera particular sobrecoge, por su sobriedad cromática y la 
			elocuencia gestual, el retrato colectivo de José Martí, Máximo Gómez 
			y Antonio Maceo, en pleno fragor de la campaña. El Apóstol se halla 
			en el centro; a la izquierda, el Generalísimo; ambos escuchan al 
			ponente con sumo respeto, el Titán de Bronce. Es bien intencionada 
			la selección del hablante: el artista necesitaba afirmar —con lo que 
			se afirmaba a sí mismo por su condición etnosocial— la jerarquía de 
			un personaje esencial en la historia de nuestras gestas 
			independentistas que por entonces era visto solo como un bravo 
			combatiente y no, como también lo fue, un lúcido estratega y raigal 
			pensador. Fue el propio Martí quien dijo que Maceo "tenía tanta 
			fuerza en el brazo como en la mente". 
			El Diago que aquí se muestra es coherente con una de sus líneas 
			más espléndidas, la del ilustrador que supo captar atmósferas 
			precisas en el cuerpo de la poesía de Cintio Vitier, Eliseo Diego y 
			Carilda Oliver y que acompañó con viñetas admirables la obra cumbre 
			de de Juan Ramón Jiménez, Platero y yo.