Si bien el color blanco es asociado con atributos preestablecidos
que forman parte de la cultura universal, como sinónimo de pureza,
limpieza y paz, en los últimos tiempos se le quiere añadir otra
utilidad insospechada.
Pintar de blanco los techos de todas las ciudades del mundo
podría enfriar significativamente las temperaturas en las áreas
urbanas y ayudar a aliviar el impacto del calentamiento global, dice
un estudio revelado en Washington.
Si tenemos en cuenta que hoy por hoy todo lo relacionado con el
clima reviste especial importancia, entendemos el porqué un Premio
Nobel de Física como el norteamericano Stephen Chu, haya avalado esa
propuesta.
La idea acoge a seguidores en el Centro Nacional para la
Investigación Climática de Estados Unidos, quienes opinan que la
misma tiene amplias posibilidades.
Sin dudas es un hecho consumado que el cambio climático golpea
más fuerte a las ciudades, que a las zonas rurales, pues las urbes,
con su asfalto oscuro y sus techos recubiertos con alquitrán,
absorben el calor del sol. De allí las llamadas "islas de calor",
donde la temperatura es entre uno y tres grados centígrados mayor
que en las áreas rurales.
Los investigadores de este singular hecho utilizaron un modelo
por computadora para simular cuánta radiación solar absorben las
superficies urbanas, y determinaron que, si todos los techos de las
ciudades fueran pintados de blanco, el efecto de las "islas de
calor" se podría reducir en un 33%.
Tal vez sea esta una opción más para "purificar" el mal
ocasionado al medio ambiente y a nuestra propia supervivencia. Y qué
mejor para ello que iniciativas como las de vestir a nuestras
ciudades de blanco.