En realidad, como subrayara Fidel en el II Congreso de la Unión
de Jóvenes Comunistas (UJC), la AJR se constituyó por inspiración
del Che. En un documento fechado el 30 de agosto de 1959, el
Guerrillero Heroico propuso crear una organización "integrada por
jóvenes de 13 a 18 años, aunque sus dirigentes podrían tener hasta
25". Para hacer realidad su idea, le asignó esa encomienda a los
entonces comandante Joel Iglesias, el más joven oficial con tal
grado en el Ejército Rebelde, capitán Fernando Ravelo y soldado José
R. Calderón. La idea inicial consistía en integrar a la Revolución a
los muchachos de uno y otro sexos que no trabajaban ni estudiaban.
Ya en otro documento (9 de diciembre de 1959) se aclaraba que
podrían pertenecer a la AJR "los jóvenes de cualquier sexo, origen
social, religión e ideología que apoyen el programa de la Revolución
Cubana". En una carta enviada a las direcciones de Cultura de todo
el país, siete días más tarde, aparecía como organización recién
creada la AJR, "la cual desarrollarán ustedes en las distintas
provincias donde están localizados los departamentos de Instrucción
del Ejército Rebelde". Y en otra circular se consigna la presencia
de la Asociación en la ciudad de La Habana, la cual ya se había
dividido en zonas.
En la reseña periodística del matutino Hoy acerca del acto por el
natalicio de Martí, junto con una versión del discurso del Che se
informa que la AJR ya contaba en esos momentos con más de siete mil
miembros. En esa primera actividad pública de la Asociación, el
Guerrillero Heroico había presentado a Joel Iglesias como su
dirigente nacional.
La AJR se organizó en todo el país. En Santiago de Cuba,
Guantánamo, Bayamo y Manzanillo se incorporaron numerosos jóvenes.
En Holguín, luego del desfile del 1ro. de Mayo de ese año, unos 300
adolescentes respondieron al llamado.
La primera gran tarea que Fidel y la Revolución asignaron a la
AJR fue la creación de las Brigadas Juveniles de Trabajo
Revolucionario (BJTR).
Con estas se pretendía encaminar a una gran masa de muchachos de
uno y otro sexos, procedentes de las capas más humildes del pueblo y
carentes de empleo entre otras cosas por su pobre instrucción. Los
jóvenes se establecían en campamentos ubicados en la Sierra Maestra,
donde vivían en condiciones de campaña, recibían preparación
política y militar y se preparaban para realizar tareas agrícolas y
en el sector de la construcción. La prueba de fuego era subir cinco
veces el Pico Turquino.
Ser un "cinco picos" devino sinónimo de prestigio y, a la vez, un
importante reto para la juventud cubana de la época.
La Asociación de Jóvenes Rebeldes, que como agrupación unitaria
de la juventud cubana se había ido desarrollando en la medida en que
avanzaba y se profundizaba la Revolución, se convirtió así, en
indiscutible vanguardia entre las más nuevas generaciones de
obreros, estudiantes y campesinos y en un baluarte de defensa contra
las agresiones contrarrevolucionarias.