El presidente electo
bajo el golpe de Estado en Honduras, Porfirio Lobo, asumirá el cargo
en una ceremonia marcada por las fuertes medidas de seguridad y la
ausencia de la mayoría de los mandatarios del mundo.
Un total de cinco mil 500 militares y policías controlarán los
accesos al estadio nacional Tiburcio Carías, donde Lobo recibirá la
banda presidencial de manos del titular del Congreso Nacional, Juan
Orlando Hernández.
Hasta el momento sólo confirmaron su presencia en el acto los
presidentes de Panamá, Ricardo Martinelli, y de República
Dominicana, Leonel Fernández.
El resto de los mandatarios declinaron participar en la
investidura de un presidente electo en los comicios organizados por
el régimen de facto que usurpó el poder tras el golpe de Estado
contra Manuel Zelaya, el 28 de junio.
El Frente Nacional de Resistencia Popular, que agrupa a una vasta
gama de organizaciones opuestas al cuartelazo, expresó su
desconocimiento a Lobo, por considerarlo la continuación de la
dictadura impuesta por la oligarquía.
Porfirio Lobo no es reconocido por la resistencia como nuevo
presidente de Honduras por la forma en que fue electo bajo un
régimen golpista y bajo la represión. Él es el heredero del golpe de
Estado, declaró Juan Barahona, líder del frente.
La resistencia convocó para hoy manifestaciones en esta capital y
en la ciudad de San Pedro Sula en rechazo a la toma de posesión del
presidente electo.
En esta urbe los manifestantes saldrán de la Universidad
Pedagógica y se encaminarán hacia la Plaza Francisco Morazán, en el
centro histórico.
El Frente acudirá también al aeropuerto de Toncontín para
despedir al presidente legítimo de Honduras, Manuel Zelaya, quien
viajará de manera temporal a República Dominicana.
Mi idea es regresar un día, no sé cuanto tiempo pasará, pero sí
regresaré. Yo soy un hondureño de verdad, dijo Zelaya a Radio Globo
desde la embajada de Brasil, donde se encuentra desde su retorno
sorpresivo al país el 21 de septiembre.
Previo a la ceremonia de investidura un fallo de la Corte Suprema
de Justicia absolvió a los militares que secuestraron a punta de
pistola al mandatario en su residencia y lo llevaron a la fuerza a
Costa Rica.
Mientras el Parlamento, dominado por el Partido Nacional, aprobó
por vía rápida una amnistía general para todos los involucrados en
el cuartelazo que cometieron delitos de traición a la patria, contra
la forma de gobierno, terrorismo y sedición.
Tales disposiciones dejarán impunes a los responsables de las
graves violaciones de los derechos humanos registradas en estos
siete meses de régimen de facto en Honduras.