Nelson Pinedo, El Almirante del Ritmo

Vino a La Habana y no se quiere ir

Omar Vázquez
omar.vc@granma.cip.cu

Cincuenta años después, Nelson Pinedo está otra vez entre nosotros. Con su voz inconfundible y una dicción muy especial, este colombiano (Barranquilla, 10 de febrero de 1928), apodado artísticamente como El Almirante del Ritmo, comenzó a tejer una leyenda el 18 de mayo de 1954 en la música cubana, cuando en el estudio CMQ de La Habana grabó por primera vez con la Sonora Matancera.

 Foto: Yaimi RaveloNelson Pinedo, a la izquierda, junto a integrantes del Septeto Nacional Ignacio Piñeiro.

Muy vital y cantando en su misma tesitura de barítono, según confiesa, le parece increíble "estar en la ciudad a la que llegué cuando era un pelao (muchachito) de 22 años; me marcó humanamente y proyectó artísticamente hacia el resto del continente".

Cuba ha sido siempre una obsesión para él. En muchos de sus éxitos se hace referencia explícita a nuestro pueblo, como es el caso de Me voy pa’ la Habana ("Yo no soy de por aquí/ yo soy muy barranquillero/ nadie se meta conmigo/ que yo con nadie me meto/ me voy pa’ La Habana/ y no vuelvo más¼ "), de José María Peñaranda, un vallenato que él soneó.

Pinedo no ha querido regresar como un simple turista. Ante las muestras de cariño de que ha sido objeto y comprobar que lo recuerdan, ya Nelson no abriga dudas sobre la acogida que tendrá en la gala que ofrecerá en el capitalino Teatro América el 7 de marzo próximo, bajo la dirección artística de José Ramón Artigas y en la cual tendrá como invitada especial a Omara Portuondo ("Con ella recordamos cuando actuamos juntos en Tropicana, era y sigue siendo una hermosa muchachita y evocamos a la inmensa Aída Diestro").

También habrá actuaciones de Pupy Pedroso y otras figuras nuestras, —el sonido Sonora lo pondrá la legendaria Lira Matancera—, así como de Salma Eukaris, juvenil guarachera venezolana, quien lo acompaña en el viaje donde también grabó la música del espectáculo.

Nelson llegó inicialmente a Cuba con La Casino de Sevilla, una orquesta española, y ríe al recordar que lo hizo ataviado y cantando como si fuera un gitano, y no pasó nada, pero la grabación de Monísima (un chotis) sirvió para que en 1953, entrara en sustitución de Daniel Santos, en La Sonora Matancera, en la que gracias al olfato de Rogelio Martínez, su director y los arreglos de Severino Ramos, convirtió en éxitos El ermitaño, de Rafael Escalona; El muñeco de la ciudad, de Adrián Pérez; El Almirante del Ritmo y otros números que llevó a tiempo de guaracha y son.

Nelson realizó más de 320 grabaciones con el citado conjunto y otras importantes agrupaciones, entre ella los Hermanos Castro. Ha recibido importantes reconocimientos por su trayectoria. A partir de 1968, fijó su residencia en Caracas, donde en 1972, se le otorgó la nacionalidad venezolana.

Ahora en compañía, entre otros amigos, de Senén Suárez (Matanzas, 1922), quien como compositor le aportó La esquina del movimiento (Galiano y San Rafael), El carioquero, Muñeca adorada y otros números que acrecentaron su fama, recorrió lugares entrañables de sus andanzas juveniles por nuestra capital.

Y se dio el gusto, en la Casa de la Música EGREM de Miramar, de cantar con el Septeto Nacional Ignacio Piñeiro y Eugenio Rodríguez (Raspa), su director y voz principal, con sus 69 años, lo golpeó sentimentalmente al recibirlo diciéndole: "Desde que yo era un muchacho lo admiraba por su registro vocal y como interpretaba nuestros ritmos". A lo que Nelson le respondió: "Me hace feliz, pues puedo decir que llegué gracias al son y me voy tras cantar con sus maestros".

 

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