Rompiendo un viejo mito

Un eterno inconforme con mucho por hacer

José Antonio Quesada tiene a su cargo una granja familiar para la cría intensiva de peces y muestra resultados que merecen su multiplicación

Jose Antonio Torres

Una permanente inconformidad con lo que hace y el empeño por lograr resultados superiores guían el bregar de José Antonio Quesada, quien tiene a su cargo una granja familiar para la cría intensiva de tilapias y ciprínidos.

Fotos del autorPara Quesada el 2010 será un año de consagración, menos gastos y mayor eficiencia.

Ubicada a 12 kilómetros del municipio de Contramaestre se encuentra la micropresa de Coca. Su extensión es de 13 hectáreas y la profundidad máxima no excede los siete metros, no obstante, es la experiencia más coherente y prometedora que desarrolla el sector de la Pesca en Santiago de Cuba.

En un año de trabajo Pepe y su esposa Sara Ferrer, entregaron 33,8 toneladas de pescado de agua dulce, volumen que equivale a la distribución mensual que realiza el Estado para garantizar el consumo a 140 000 habitantes.

La supervisión del banco de reproductores es esencial para consolidar la experiencia.

Este técnico medio en Agronomía, devenido pescador, obtiene casi tres toneladas de pescado por hectárea de espejo de agua; cuenta con reservas por explotar y demuestra que el óptimo aprovechamiento de los recursos —unido al rigor y la eficiencia en la aplicación de la ciencia y la técnica—, tienen un impacto directo en la producción.

EL BRAZO PRODUCTIVO

La jaula circular de 380 metros cúbicos se hallaba en desuso en Cabo Cruz, provincia de Granma, donde parecía haber terminado su vida útil en la cría de especies de mar, comenta Quesada, uno de los mejores productores de la acuicultura cubana.

"La enviaron a la presa Carlos Manuel de Céspedes para ver si era factible utilizarla, y así se hizo. Pasado un tiempo tuvo que retirarse. Este tipo de implemento de cría intensiva no debe colocarse en embalses cuya agua está comprometida con el abasto a la población.

"El director municipal de la Pesca, William Ginarte, confiaba —al igual que yo— en que podíamos utilizarla con éxito en la micropresa; antes tuvimos que enfrentar a quienes argumentaban que en tan breve espacio era imposible desarrollar la cría intensiva de tilapias y ciprínidos.

"La trajimos de noche, casi a escondidas, por entre las guardarrayas de los cañaverales. Después todo fluyó. Me entregaron el crédito inicial de la inversión, los animales y 20 jaulas medianas para completar el ciclo productivo.

"Adicionalmente colocamos un importante número de alevines bajo el método de cría extensiva, como variante, y así apoyar los rendimientos y elevar la productividad. Para lograr mi permanencia en el área de trabajo, construimos una casa con apoyo de la empresa y del Gobierno.

"Cuando nadie se acordaba de la jaula, o la daban por perdida o rota, se la mostramos a todo el mundo con un resultado que vale la pena multiplicar.

"Las cuentas son claras. Con esta experiencia se reduce el número de criadores, disminuyen los gastos por concepto de pago de fuerza de trabajo, crece el sentido de pertenencia, se aumenta el control y la vigilancia del cultivo, puede fiscalizarse mejor la alimentación de la masa; también se asegura la ceba con el incremento del peso promedio de los animales.

"Económicamente los beneficios son muy estimulantes. Por las 10 toneladas de tilapias rojas y las 23,8 de tencas, amuras, colosomas y otras especies de ciprínidos, le reporté a la empresa un ingreso de más de 50 000 pesos en ambas monedas.

"Obtuve así una utilidad de más de 16 000 CUP y 600 cuc, lo cual representa un salario mensual superior a los 1 300 en CUP y 50 en CUC.

"Sin embargo, lo más importante es la seguridad de que se puede utilizar cualquier espacio para producir alimentos y proteínas que consume el pueblo y también se exportan".

EMPEÑOS, AVANCES Y MUCHO POR HACER

El aporte de Quesada es una convocatoria a la reflexión; también un ejemplo de eficiencia y ahorro, de eficacia y organización, de vincular correctamente los sistemas de pago y el principio de distribución socialista a la producción de alimentos.

Alberto Clavijo, director provincial de la Pesca, explicó a Granma la factibilidad de generalizar el uso de las jaulas circulares, pues con dos ciclos productivos, de cinco toneladas de tilapias cada uno, se amortiza la inversión de 4 000 dólares y se logran utilidades.

Dijo que Santiago de Cuba necesita mensualmente más de 440 toneladas de pescado para cubrir la demanda de la canasta básica y el consumo social, por eso extender esta experiencia tendría resultados favorables y reduciría los gastos estatales.

A juicio del directivo, el método de aprovechar los espacios disponibles inspiró la reproducción de alevines en las micropresas del municipio de Contramaestre, uno de los pilares en la producción pesquera del territorio santiaguero.

En las dos estaciones con que cuenta la provincia solo se puede obtener anualmente un millón de larvas, cuando la demanda del territorio rebasa los 22 millones.

Comprarlos es muy costoso. De ahí que se dieran a la tarea de criarlos en pequeños acuatorios, estrategia que ha permitido —por segundo año consecutivo— cubrir las necesidades de la provincia.

Cierto que todavía las unidades no satisfacen la demanda de la población, pero ya mantienen una variada oferta en las 16 pescaderías de la provincia y su resultado es más visible en los hogares y restaurantes especializados del sector gastronómico.

Particular apoyo recibe la pesca de plataforma, que es la actividad más deprimida. De los 16 barcos con que contaba hace un decenio, solo dos están en activo. Para paliar la situación reactivaron 15 bases de pesca deportiva y vincularon 200 botes del sector privado a la captura de especies de mar.

Estas, junto a otras alternativas, contrarrestan el mito de la improductividad de la gestión pesquera en Santiago de Cuba, que paulatinamente se aleja de la ineficiencia.

 

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