Distinguida con el Premio Nacional de Música 2009, la cantautora
infantil Teresita Férnández llega a sus ocho décadas de vida, a
propósito de ambas celebraciones conversa con la AIN.
"He vivido como he querido" -comienza la trovadora - "mucho me
han dolido las falsas creencias que muchos se han hecho sobre mi
persona, pero siempre he sido una persona buena, y lo seguiré
siendo".
Amante devota de la naturaleza Teresita Fernández tiene en su
apartamento en el piso 15 de un edifico habanero una palangana
vieja, sembrada -no precisamente de violetas- pero que hacen de la
sala de su casa una pequeña selva, con gato incluido, y que no se
llama exactamente Vinagrito.
"A los niños le he cantado porque ellos son la esperanza del
mundo, como ha dicho el Maestro José Martí, ellos son el futuro y la
alegría del presente, creo que este Premio Nacional de Música 2009
no viene de otro lugar que no sean sus manos".
Pero hoy ese futuro es incierto -acotó- porque nada se hace por
preservar el medio ambiente, y los que tienen mayor responsabilidad
en su destrucción no hacen más que poner trabas a quienes en
realidad quieren hacer algo por preservar la especie humana, y todas
las especies.
"Poco me queda por hacer porque he sido lo que he querido ser,
pero soy una persona muy sensible y lo mismo me alegra un amanecer
que me entristece el maltrato animal; o esas pequeñas acciones que
me he acostumbrado en calificar como miserias humanas".
"Pensar también duele, ver la destrucción de un planeta y la
inconsciencia humana ante un hecho de tal magnitud, ver unos países
apoderarse de otros, ver el consumismo, la vanalidad, lo repito:
pensar duele".
¿El futuro de la canción infantil? Eso depende también de los
medios de comunicación y la medida en que permitan y propicien el
acceso de los niños a producciones recientes o a las que no lo son".
"Hoy se facilita un mayor acceso a géneros más agresivos como el
reguetón y no a la música infantil, es cierto que esta debe
revolucionar, porque también cambian junto con las generaciones los
gustos musicales, pero cambian los ritmos, nunca las letras y mucho
menos cambian las sensibilidades infantiles; eso nunca".
Sí, sí le temo a dos cosas, primero a la muerte, porque nunca me
he muerto y segundo al olvido; pero a mi no me van a olvidar -eso
creo, eso quiero, porque yo he cantado para los niños, porque ellos
son la esperanza del mundo y yo tengo mi esperanza en ellos ¿donde
mejor?
¿Vivir? Sí he vivido, pero siempre por la música.