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La tortura y la denuncia de Botero

El maestro colombiano de la plástica, Fernando Botero, es quizás quien ha descrito mejor los sentimientos que afloran al conocer sobre la tortura aplicada contra indefensos seres humanos en ilegales prisiones secretas estadounidenses expandidas por varios países, reporta Prensa Latina.

Cuando se le preguntó en una entrevista de la Revista Diners, por qué decidió pintar una serie de más de medio centenar de cuadros sobre las torturas en la prisión de Abu Ghraib, respondió sin vacilación:

La injusticia me hace hervir la sangre. Lo hice por la ira que sentí y que sintió el mundo entero por este crimen cometido por el país que se presenta como modelo de compasión, justicia y civilización.

A añadió que no tiene la menor intención de vender estas obras pero agregó: Las mostraré donde me inviten a exponer, ojalá sea en Estados Unidos. No hay que olvidar que la gran mayoría de los estadounidenses condena la práctica de la tortura .

En su obra reciente, Botero ha recurrido temáticamente a la situación política colombiana y mundial y en su serie sobre "Abu Ghraib" representa los horrores de la tortura y la guerra, relacionada con la invasión estadounidense a Iraq y Afganistán, a partir de declaraciones de personas allí torturadas.

El celebre personaje del escritor Arthur Conan Doyle, el detective Sherlock Holmes, tenía un perspicaz proverbio que decía que después que hayas eliminado lo imposible, lo que queda aunque sea improbable, debe ser la verdad.

Igualmente el escritor alemán Arthur Schopenhauer escribía que inicialmente toda verdad es ridiculizada, después la negamos y finalmente terminamos aceptándola como obvia.

Empecemos pues por lo más obvio, no existe ni la más mínima posibilidad de que Estados Unidos pueda salir de la espiral que estrepitosamente lo conduce a una humillante derrota en Afganistán y mucho menos puede evitar el estigma que lo condena por la práctica de la tortura en pleno siglo XXI.

El ilustre romano de la antigüedad, Valerio Máximo, decía que la crueldad tiene un aspecto tan espantoso, una apariencia tan desagradable, un orgullo tan intratable, una voz tan terrible, una boca llena siempre de amenazas y de órdenes sanguinarias; que no decir nada sobre ella sería algo así como favorecer su difusión.

La crueldad se hace temer y por eso debemos repudiarla ya que junto a ella registramos uno de los peores males de la humanidad, la tortura.

Las leyes griegas y romanas de la antigüedad favorecieron el uso de torturas contra esclavos, hombres, mujeres, ancianos e incluso niños aún en el vientre de sus madres.

Lo más llamativo es que siempre fue el primer virus que contaminó a aquellos imperios que terminaron descomponiéndose hasta finalmente desaparecer condenados por la historia.

El profesor de derecho de la Diversidad de Harvard, Alan Dershowitz, se ha hecho famoso por recomendar fríamente la tortura como parte de la "guerra contra el terrorismo" y declaró para el Daily News: "El noble fin de salvar vidas inocentes justifica el medio deplorable de la tortura".

La tortura existe desde hace dos mil años y su uso ha sido extenso y desgarrador, pero Estados Unidos la ha hecho resurgir de manera injustificable disfrazada del fracasado concepto imperial conocido como guerra preventiva.

Con relación a esa guerra injusta, el presidente Barack Obama dijo en West Point que la coalición que participa ahora en la guerra contra el terrorismo está compuesta por 43 países, como si los números fueran suficientes para lograr una victoria que sólo sería posible basados en la justicia y no en las armas.

La realidad es que de los 43 países solamente nueve tienen más de mil soldados en el teatro de operaciones.

Y de ellos otros nueve sólo tienen la cifra simbólica de 10 soldados en el terreno, es decir menos de una docena, señaló Thomas H. Jonson, profesor del Departamento de Asuntos de Seguridad Nacional de la Academia Naval de Monterrey, California.

Los 43 países en su conjunto solamente aportan 17 mil efectivos y 38 naciones tienen órdenes estrictas que les prohíben participar en actividades peligrosas , como por ejemplo las fuerzas turcas que jamás operan fuera de su campamento en Wardak, Afganistán.

La coalición que acompañó a Estados Unidos en la era de Vietnam tenía a Corea del Sur que sola aportaba 50 mil efectivos militares, además de 10 mil 500 filipinos, siete mil 600 australianos, 500 neozelandeses y así por el estilo.

Por eso la alianza actual en Afganistán es sumamente pequeña en comparación con la que fue derrotada entonces en Vietnam.

Todo apunta a que Afganistán será una repetición de la derrota sufrida ya en Vietnam por Estados Unidos a partir de que se vuelven a cometer los mismos errores, dijo Chris Mason, profesor del Centro de Estudios Avanzados sobre la Defensa en Washington. El ejercito afgano que pretende crear Estados Unidos no podrá siquiera alimentarse por si mismo dentro de cinco años y mucho menos detener el empuje de los talibanes.

Ese ejército tiene hoy un 30 por ciento de deserciones, cuenta con un elevado consumo de drogas y sus miembros son analfabetos, apunta Aram Roston, autor de libro The Man Who Pushed America to War.

Esperemos que la denuncia del valiente pintor Fernando Botero llegue a oídos receptores y se haga justicia.

 

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