Pero en realidad el empeño de Bienvenida Álvarez García por sacar
de la ignorancia a los demás surgió con la efervescencia de la
Campaña de Alfabetización. "Para ser más exacta —recuerda— fue en mi
natal Mergarejo, un paraje rural de la actual provincia de Sancti
Spíritus que acudí al llamado hecho por Fidel".
Entonces la joven tenía 17 años de edad y una escolaridad de
sexto grado, condiciones suficientes para convencer a sus padres de
que debía incorporarse a las brigadas Conrado Benítez. Las zonas de
campo de los pueblecitos General Carrillo y Juan Francisco, fueron
los escenarios donde tuvo que enseñar a leer y escribir a una
veintena de campesinos analfabetos.
Para mí la Campaña solo fue el comienzo, pues en realidad me
despertó la vocación de profesora que llevaba dentro. Por eso
continué con el seguimiento por el 6to. grado, hasta que llegó la
oportunidad de incorporarme al Curso de Superación para Maestros
Populares, en la ciudad de Camagüey, rememora.
Una vez con los conocimientos esenciales, Bienvenida integró la
Brigada Frank País, fuerza organizada para cubrir el déficit de
docentes en las aulas del lomerío del macizo de Guamuhaya, periodos
lectivos con características especiales atendiendo al calendario de
la cosecha cafetalera.
"Esa vez —detalla— tuve que ocupar el lugar de un compañero que
no quiso ir a un sitio muy intrincado allá por Güinía de Miranda,
para suerte mía... allí conocí a mi actual esposo, el hombre que
admiro y con el que he compartido mi vida personal y parte de la
profesional; Isidro Chaviano."
Mas, solo estuvo dos cursos allí. La propia disposición de estar
al lado del deber, la llevaron entonces a consagrarse en la
integralidad que requiere el magisterio. "Recuerdo —precisa— que la
escuelita se llamaba Federico Capdevila, ubicada en una zona
campesina espirituana muy compleja desde el punto de vista político,
incluso por allí todavía andaban los últimos reductos del bandidismo
del Escambray, y más de un susto pasé".
Luego, junto a su compañero vendrían otros momentos difíciles y
felices, todos ligados al magisterio, al hogar y a la maternidad.
Por primera vez ambos tuvieron a su cargo la matrícula completa de
un pequeño plantel en Río Chiquito, cerca de La Sierrita.
Con el traslado de la familia a la ciudad de Cienfuegos,
llegarían otros horizontes en la superación. La enseñanza media
básica le deparó entonces nuevas y enriquecidas experiencias, tanto
en secundarias básicas urbanas como en el campo. Por esa época pudo
alcanzar el título de Licenciada en Educación, en la especialidad de
Español y Literatura.
"Sí, la jubilación por ley natural de la vida llegó, pero por
poco tiempo. Resulta que una antigua alumna, ahora directora de la
escuela primaria José Mateo Fonseca, en el reparto de Pastorita, me
fue a ver hace diez años para cubrir un grupo de quinto grado... y
ahí sigo hasta los días de hoy", señala con una sonrisa de
satisfacción.
"¿Ser maestra? Una de las grandes motivaciones de mi vida...
disfruto el aula, el pizarrón y los muchachos... Cuando estoy frente
a ellos me creo la persona más importante del mundo porque me siento
útil y realizada, desempeñando la más noble de las profesiones que
existe."