Vida cotidiana

Negligencia en salsa burocrática

ALFONSO NACIANCENO
alfonso.gng@granma.cip.cu

El teléfono, divina invención. ¡Cómo ahorra tiempo! Sobre todo si lo empleamos al estilo de una partida de ajedrez "rapid transit" y no entablamos un interminable palique mientras otros esperan para hacer una llamada urgente.

Es saludable evitarse un viaje del Cotorro hasta San Agustín, si solo levantando el auricular el mensaje corre de un lado a otro, hoy con mayor nitidez después de los esfuerzos realizados por la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (ETECSA) para mejorar el servicio.

Ahora bien, en este mundo nuestro las mejorías no dependen únicamente de aplicar la ciencia y la técnica, ello representa una parte importante del tema, pero ese interés por ofrecer una atención esmerada tiene componentes decisivos: respeto y consideración al público.

Si vamos a pagar la cuenta del teléfono y del lado de allá del mostrador o buró hay una cara larga que contesta de mala gana, nos disgustamos. Y si en el recibo aparece un adeudo por atrasos que no existen... también nos disgustamos. Esos son detalles ajenos a la tecnología, inherentes a la subjetividad del hombre (o mujer) y a su deber de ser eficiente. Servir al prójimo con una sonrisa a flor de labios, enaltece.

Pero si prima la negligencia, unida a su carnal el burocratismo, surge un cuadro como el que me relató una jubilada de 84 años de edad, aquejada de serias dificultades en sus rodillas.

LA HISTORIA, PRIMER TIEMPO

En la mañana del 14 de diciembre le retiraron el servicio telefónico, supuestamente por falta de pago, cuando ya lo había abonado el 18 de noviembre, en el correo de su zona del municipio de Playa.

Desde casa de una vecina llamó al 112 al día siguiente y le confirmaron que ETECSA no había recibido el dinero. Fue con su comprobante al correo para aclarar el asunto, allí la administradora efectuó una verificación, le dijo que el importe había salido hacia la Oficina Comercial de ETECSA, y le sugirió aclarar allá el problema.

Llamó de nuevo al 112 y le explicaron que, aunque ellos pasarían el reporte de esa situación por correo electrónico —su única vía para comunicarse con la Oficina Comercial—, en aras de ganar tiempo y que le restablecieran lo más rápido posible el servicio, el interesado debía ir personalmente.

Dada su avanzada edad y los problemas de salud, su hija, que no vive junto a ella, asumió esa gestión. Allí le argumentaron que el dinero no había llegado del correo, aunque, ante su insistencia, la compañera que la atendió le aseguró que le restablecerían el servicio, en tanto la discrepancia quedaba bajo investigación entre la Oficina Comercial y el mencionado correo.

Después, cuando solicitó pagar el recibo que le llegó a su mamá en diciembre, le pidieron saldar también el inexistente atraso (37.89 pesos) para un total de 65.19, y que cuando todo se aclarara volviera de nuevo por la Comercial para recuperar aquellos 37.89. Ante su negativa, le cobraron solo los 27.30 correspondientes.

SEGUNDO TIEMPO

El 22 de este mes, Granma contactó con José Antonio Roche, jefe del grupo de atención a medios de prensa, de ETECSA, y le impuso de los hechos, quien le reclamó a la Oficina Comercial implicada. Le informaron que aún sus computadoras no "visualizaban" (respetemos el vocablo empleado) ese pago del 18 de noviembre.

Si esos 37.89 pesos no se eliminan, le aparecerán otra vez al cliente en la cuenta que recibirá en enero. Después de todo lo relatado, quedó registrada por ETECSA una queja para analizar las irregularidades, la que debe responder en 20 días hábiles, según explicó una operadora del número 112.

¿Cuántas inconformidades parecidas habrá en la población? ¿Por qué el cliente sufre las consecuencias del mal trabajo? ¿Por qué ha de molestarse e ir a la Oficina Comercial cuando debe dormir tranquilo tras haber pagado en el correo cercano? ¿Acaso el tiempo de las personas no tiene valor alguno?

 

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