.— El presidente
constitucional de Honduras, Manuel Zelaya, afirmó que en su país
murió la democracia y se instaló una dictadura militar con el golpe
de Estado del pasado 28 de junio.
El mandatario señaló en un comunicado distribuido en la embajada
de Brasil en Tegucigalpa, donde permanece refugiado hace tres meses,
que en esta nación centroamericana murió la democracia, cuando una
pequeña élite económica asumió por la fuerza de las armas el poder
político para sostener sus ventajas.
De igual modo, consideró que nadie puede detener las reformas
políticas y sociales impulsadas por su gobierno, al tiempo que
reiteró su negativa a renunciar a la primera magistratura, cargo
para el cual fue elegido por el pueblo.
De acuerdo con Zelaya, es una necesidad imperiosa e impostergable
continuar con el proceso histórico de organización del pueblo y los
procesos de reformas económicos, sociales y políticos, como
condición indispensable para alcanzar el desarrollo del país.
El progreso de esas reformas continúa en suspenso pese a las
campañas en favor del empresario Porfirio Lobo, cuya cuestionada
elección como presidente de Honduras no ha devuelto la democracia,
la confianza, ni la estabilidad al país.
Aunque algunos gobiernos consideraron que su elección culminaría
con la crisis generada aquí desde la asonada, la mayoría de los
países de América Latina desconocen las votaciones, por haberse
desarrollado bajo un régimen de facto.
La víspera, el Tribunal Supremo Electoral reconoció a Lobo como
presidente electo, en unos comicios que registraron índices de
abstencionismo superiores al 60 por ciento.