Miles de maestros de las más de 400 escuelas especiales
existentes en Cuba reciben el reconocimiento por su labor con
alumnos discapacitados, en ocasión de celebrarse este martes el Día
del Educador.
Las matrículas de esos planteles están integradas por estudiantes
ciegos y de baja visión, limitados físicos y motores, sordos e
hipoacúsicos, deficientes mentales, sordo-ciegos y autistas.
Los docentes deben aprender técnicas especiales demandadas por
sus discípulos, como el sistema Braille, el lenguaje de señas,
distintos métodos de comunicaciones y la equinoterapia, en el caso
de los sordo-ciegos.
Estos sectores poblacionales, discriminados antes del triunfo de
la Revolución, reciben la atención requerida y, de acuerdo con sus
posibilidades, la oportunidad de continuar sus estudios y adquirir
una profesión.
De esos centenares de planteles pudiera decirse lo planteado por
el Comandante en Jefe Fidel Castro al inaugurar el Centro Nacional
de Rehabilitación para Ciegos y Débiles Visuales, al que calificó
como una de las obras más humanas de la Revolución.