Robert
Bell, Bobby, o mejor dicho Kool, afirmó convencido que "después de
nosotros, muchos más (músicos norteamericanos) querrán venir a
Cuba".
Pocas horas antes del concierto de ayer, el líder fundador de
Kool and The Gang se encontró con la prensa nacional y extranjera en
el hemiciclo de Museo Nacional de Bellas Artes.
"La música puede ayudar a que se acorten las brechas entre
nuestros dos pueblos", dijo Kool, quien restó importancia a la
reacción de los elementos recalcitrantes en el Sur de la Florida que
hace poco mostraron su talante fascistoide con motivo del concierto
Paz sin Fronteras.
Junto a él, George Brown, baterista del famoso conjunto, expresó
que "cualquier diferencia que exista entre los pueblos de América se
va a ir poco a poco eliminando gracias a la música y la amistad".
Los integrantes de la banda anticiparon que harían "una fiesta"
en el Malecón habanero. El público que se congregó en la Tribuna
Antimperialista José Martí en horas de la tarde no salió defraudado.
Kool and The Gang desató su poderío funky y sus mejores virtudes
melódicas para alternar una tanda de temas bailables y baladas en la
que no faltaron piezas de antología.
"Seguimos amándolos", rezaba una pancarta visible en medio de la
multitud, enarbolada por una admiradora que cantó Celebration
como si fuera una canción propia. Pero también había mucha gente
joven, abierta al influjo de una música contagiosa e interpretada
con todas las de la ley.
La pandilla de Kool reciprocó la recepción cálida del público
cubano mediante la entrega de uno de sus tantos discos de oro,
recibido por el viceministro de Cultura, Abel Acosta, para engrosar
los fondos del Museo Nacional de la Música.
A una pregunta de Granma, Kool recordó a su padre. "Él era
boxeador profesional y peleó en Cuba en los años cincuenta. Fue
amigo de Thelonius Monk y de Miles Davis y creyó en mi vocación
musical. Lo que somos hoy, se lo debo en buena medida a él".
El trombonista Clifford Adams manifestó sentirse influido "por la
música afrocubana, desde que recibí sus fundamentos de Dizzy
Gillespie, quien la conocía muy bien. Nos gusta la rumba, la manera
que ustedes tienen de hacer el jazz latino, y por supuesto, Irakere".
En correspondencia con esa afinidad, acogieron al trompetista cubano
Alexander Abreu en medio de la ejecución de Open Sesamo.
"Creemos en la espiritualidad, en la paz, en la convivencia. Esos
son nuestros valores", reveló Bobby Bell. "Hace rato queríamos estar
en Cuba y aquí estamos".