Dejaron de ser tierras ociosas

Las tierras entregadas en Ciego de Ávila por el Decreto Ley 259 tienen un impacto positivo: más de 21 000 hectáreas se encuentran libres de malas hierbas. En ellas se han producido 3 430 000 litros de leche y una cifra superior a las 27 000 toneladas de alimentos

ORTELIO GONZÁLEZ y FILIBERTO PÉREZ

Silverio Rodríguez Aquino vive y trabaja en un área suburbana del poblado avileño de Gaspar. Rememora cómo hace un año le entró de frente al marabú, la única manera de eliminarlo y convertir en productivas las tierras que le entregaron por el Decreto Ley 259.

A hombres como El Gallego, el Decreto Ley 259 les puso en orden el rebaño.

Él, acostumbrado al trabajo difícil, resume su labor con palabras enérgicas: "En noviembre me dieron el área infestada y en abril la tenía lista. No pude sembrarla hasta septiembre, porque no llovía, a hoyo de guataca puse las semillas".

De solo caminar sobre los troncos que aún quedan, y de ver ese demonio hecho postes para la cerca perimetral, es cuando nos damos cuenta de que no hubo remoloneo.

Sin muchas pretensiones, como no sea "ir poco a poco, con pasos lentos y sólidos", cosechó calabazas, una parte de las cuales entregó al Hogar Materno. La leña cortada ha ido a parar a la cocina de la Empresa Municipal de Construcciones Varias. "Es otra manera de aportar", comenta.

Fotos: Ortelio GonzálezLa tierra sirve si se ocupan de ella.

"Después llegarán otras producciones. Lo importante es no detenerse", asevera mientras encima de un burro, una especie de apoyo, le da forma de punta a uno de los extremos de un palo de marabú que en breve se convertirá en un poste para cercar la propiedad.

LA LEY Y EL ORDEN

Osmani Fleitas González, delegado de la Agricultura en el municipio de Primero de Enero, precisa que la tarea de entrega de tierras en el territorio marcha con más aciertos que desaciertos, pese a los 19 solicitantes que deben reorientarse en los próximos días. Son los que pidieron un área determinada y, por una razón u otra, han tenido que esperar.

Ciego de Ávila libra una batalla frente a procederes burocráticos con la finalidad de hacer que funcionen los mecanismos creados.

Para poner coto a incongruencias en el proceso, ha quedado atrás la falta de integración entre la Delegación de la Agricultura y el Ministerio del Azúcar. La conclusión del directivo es terminante: "cada cual tiene que halar parejo, no puede ser que la entrega de hectáreas —sobre todo dedicadas con anterioridad a cultivos cañeros—, que cumplían los requisitos para ser solicitadas, se atrasara innecesariamente. Eso fue lo que más nos afectó".

No obstante, se interioriza la necesidad de darle curso a toda la tierra que esté improductiva. La UBPC Sabicú, por ejemplo, dio a usufructuarios 67 hectáreas con esa categoría.

Rolando Rivera Rojas fue uno de los beneficiados con buenos terrenos y en unos pocos meses los puso a producir. En las cosechas recolectó 30 000 mazorcas de maíz, 600 quintales de boniato, 2 000 de plátano y 500 de frutabomba.

Una muestra de lo que se puede cuando se organiza el trabajo, es que Rolando, junto a Luis Enrique Alonso y a Ricardo Peña, campesinos también, tienen contratados para el próximo año alrededor de 20 000 quintales de diferentes alimentos, más que lo que produce la UBPC Sabicú, a la cual están integrados 44 hombres.

Para el ganadero Eleodoro Vidal Cardoso, la entrega de tierra vino a resolverle un viejo problema. Según afirma, vivía de ilegalidad en ilegalidad, con el rebaño al estilo gitano, pastando en áreas estatales. Fue así como se ganó varias multas. Hoy hasta leche entrega al Hogar Materno y a la Casa de los Abuelos.

"Antes, yo me escabullía por los potreros, junto a mis vacas. Hoy pienso diferente, y hasta voy a comenzar con la inseminación artificial".

Igual suerte corrían José Manuel Sánchez (El Gallego) y José Torres Cardoso, quienes tenían sus animales a nombre de otros y hoy "la 259 nos permitió poner todo en orden, después de dedicar largas jornadas a sacar las piedras y acabar con el marabú. Vamos por 59 animales y más de 19 000 litros de leche entregados al Estado.

MÁS ALLÁ DE LITROS Y TONELADAS

Unas 54 000 hectáreas entregadas a personas naturales y jurídicas, de las cuales más de 21 000 ya están libres de malas hierbas, pueden ser la carta de presentación de la cruzada agraria que se abre paso por el campo avileño.

Huber Pérez Hernández, subdelegado de la Agricultura en Ciego de Ávila, recurre a cuentas claras para apreciar el impacto de las tierras que han dejado de dormir el sueño de la ociosidad: en ellas se han producido 430 000 litros de leche de vaca y 6 280 de chiva.

Tampoco resultan despreciables los aportes de 15 000 toneladas de carne de ganado mayor y menor, unas 19 000 de viandas, 5 400 de hortalizas, 1 500 de granos y más de 1 300 de frutas.

Sin embargo, los retos asoman la cabeza a la vuelta de algo más de un año en el que, sin saltos espec-taculares, cambió el panorama. Se impone agilizar la puesta en explotación de más del 50% de las áreas entregadas en usufructo, unas 23 000 hectáreas.

Otro imperativo es la consolidación de la nueva hornada de campesinos, aquellos que vuelven a la guataca y el machete, después de estar inmersos en otras labores, y los que por primera vez lidian con el surco, sin obviar el fortalecimiento de la atención integral del Sistema de la Agricultura y la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños a los usufructuarios.

De un extremo a otro, abundan los buenos ejemplos en la provincia; en cambio escasean, pero ahí están, quienes pidieron tierras y aún no las han desbrozado. Alegan diversas razones: les prometieron apoyo para derribar el marabú y no han podido hacerlo, problemas familiares, estancias imprevistas fuera del territorio¼ , algunas de las cuales tienen un matiz justificativo.

Pese a ello, la estrategia no debe ser quitarles lo concedido, salvo casos extremos; la línea adoptada se resume en evaluar, paso a paso, cómo asumen la solución de las dificultades.

Transcurrido algo más de un año del inicio del proceso, el trecho recorrido no resulta despreciable. En septiembre del 2008, los especialistas de la Agricultura indicaban que 162 570 hectáreas de la geografía provincial se incluían en el listado de las tierras ociosas. En un tercio de ellas, viejos y nuevos agricultores asumen el compromiso de insertarlas en la cadena que termina en la cocina.

Hoy ningún avileño puede olvidar una cruda realidad: el Estado adquiere en el mercado mundial alimentos que cuestan millones de dólares y pueden obtenerse en el país. Sin embargo, contamos con las áreas agrícolas, y los hombres y mujeres capaces de explotarlas en beneficio de la población.

El aporte de los usufructuarios crecerá en la misma medida en que los llamados terrenos improductivos y deficientemente explotados sean solo un mal recuerdo. Silverio, Rolando, Luis Enrique, Ricardo, Eleodoro, José, entre muchos otros, comienzan a borrarlo a fuerza de voluntad.

 

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