CARACAS, 19 de diciembre. ABN.— Los países que integran la
Alianza Bolivariana para los Pueblos de nuestra América (Alba)
emitieron una declaración en la que expresan su posición frente a
los resultados de la Cumbre Climática que realizó la Organización de
las Naciones Unidas en Copenhague, Dinamarca:
"Declaración política de los países Alba, Copenhague, diciembre
2009
Los países que integramos el Alba denunciamos ante el mundo la
amenaza que significa para el destino de la humanidad el resultado
de esta Conferencia de Naciones Unidas, celebrada en Copenhague.
En primer lugar, ha sido un proceso de negociaciones viciado por
la violación de los principios esenciales del sistema multilateral.
Este proceso antidemocrático, no ha reconocido la igualdad de todos;
turbio y poco transparente, exclusivo (diseñado para asegurar las
posiciones de un pequeño grupo de países).
El Cambio Climático no puede ser un sistema desarticulado de los
principios de la Carta de Naciones Unidas: este proceso carece de
legitimidad, pues ha violentado todos los principios del
multilateralismo y de la Carta de las Naciones Unidas, sobre todo el
de la igualdad soberana entre todos los Estados.
La característica fundamental de este lamentable desencuentro es
que un pequeñísimo grupo de países, coordinado y convocado por
Dinamarca, ha estado desde hace varias semanas produciendo líneas
para un acuerdo, que unilateralmente han denominado "partes
interesadas", excluyendo a las grandes mayorías del mundo,
estableciendo como criterio la existencia de países de primera y
países de segunda.
Mientras la Presidencia de la COP-MOP envió a los países a
retomar los grupos de contacto, para avanzar en la redacción y
limpieza de los textos aprobados por las partes como base de la
negociación, al mismo tiempo, el primer ministro danés convocaba a
los presidentes de un grupo de países a redactar un documento a
espaldas del mundo. Otra ratificación de lo excluyente que ha sido
este evento es la convocatoria a un grupo de presidentes a puertas
cerradas, sin participación de la mayoría y sin explicar los
criterios de esta elección.
Es claro que no podemos considerar el Cambio Climático sin
considerar el cambio del sistema. El modelo de producción y consumo
capitalista está llevando a un punto de no retorno la vida en el
planeta, resulta un momento crucial de la historia humana y el
debate en estos escenarios no puede estar reducido a los intereses
económicos de un pequeño grupo.
Hasta ahora es poco lo que se ha logrado, sin embargo, la
preservación del régimen climático vigente: Convención Marco de
Naciones Unidas sobre Cambio Climático y el Protocolo de Kyoto, es
una plataforma importante para avanzar en la defensa de la vida.
Aquí tenemos un acuerdo político mundial importante, donde todos
coincidimos en que el Cambio Climático es un problema que hay que
atender de forma urgente. Donde los países que son responsables
históricos del problema han aceptado asumir compromisos de reducción
de emisiones cuantificadas (individuales y agregadas) para bajar las
emisiones a niveles que permitan que se controle el problema.
El actual escenario retrocede dramáticamente y pretende que
olvidemos el protocolo de Kyoto. En esta Cumbre no hemos logrado
acuerdos en aquellos puntos que están relacionados con las
obligaciones de los países desarrollados: establecer metas de
reducción de emisiones o fijar un segundo período de compromisos
para el protocolo de Kyoto.
Hay ofertas sobre la mesa, pero ninguna comparable entre sí.
Estados Unidos no quiere comprometerse sobre una base de esfuerzos
comparable con los otros países desarrollados. Los desarrollados
vinieron a esta reunión con una agenda previa, y violentan todo
procedimiento democrático para tratar de imponerla.
En el Plan de Acción de Bali, aprobado en 2007, se acordó que los
países desarrollados tendrían OBLIGACIONES de mitigación a las
cuales se sumarían las ACCIONES de mitigación, voluntarias, de los
países en vías de desarrollo.
Ahora, los países desarrollados se abocaron a malinterpretar el
Plan de Bali durante dos años, para tratar de utilizar esa
manifestación nuestra de voluntad para sumar esfuerzos, como una vía
para transferirnos sus obligaciones. Los esfuerzos y la voluntad de
mitigación de países en vías de desarrollo no se puede usar como una
vía para manipularnos y decirnos, después de que han destruido al
mundo, que ahora nos toca a nosotros mitigar para que ellos puedan
seguir contaminando, destruyendo, sobre la base de sus patrones
explotadores de producción y de consumo.
Aquí hay también un tema de principios. Los países en vías de
desarrollo somos naciones dignas, soberanas, víctimas de un problema
que no causamos. Este principio moral, fundado sobre las
responsabilidades históricas, es la razón por la cual los países
desarrollados deben proveer recursos suficientes, para la completa
implementación de los principios de la Convención.
La crisis ambiental resultante del incremento de las temperaturas
en la atmósfera, es consecuencia del sistema capitalista, del
prolongado e insostenible patrón de producción y de consumo de los
países desarrollados, de la aplicación e imposición al resto del
mundo de un modelo de desarrollo absolutamente depredador, y de la
falta de voluntad política para el cumplimiento pleno y efectivo de
los compromisos y obligaciones previstas en la Convención y el
Protocolo de Kyoto.
Los países desarrollados han sobre-explotado el espacio
atmosférico. Esta deuda climática en el marco más amplio de la deuda
ecológica comprende tanto una deuda de emisiones como una deuda de
adaptación, que debe ser honrada por los países desarrollados. No se
trata de una caridad, ni de una limosna, ni de una dádiva, sino de
una obligación jurídicamente vinculante.
Los países del anexo I han acumulado en gastos militares en el
año 2008 la suma de 1.123 mil millones de dólares. Estados Unidos ha
gastado 711 mil millones de dólares en el año 2008, según la
solicitud de presupuesto para el año fiscal 2009, el cual incluye
170 mil millones de dólares para operaciones militares en curso en
Irak y Afganistán.
Por eso, el mundo sabe que tienen capacidades, lo que no tienen
es voluntad política de responder a sus compromisos y obligaciones
internacionales para la lucha contra el Cambio Climático. Pretenden
utilizar y abusar de las necesidades de los más pobres para forzar
acuerdos ilegales.
Hoy a través de los mercados de carbono quieren, aquellos que
causaron el Cambio Climático, seguir contaminando, mientras que la
carga de la reducción de las emisiones se traspasa a los países en
desarrollo. Pensaron que en Copenhague podrían convencernos de
comprarnos su derecho a contaminar, ofrecían a cambio promesas de
dinero miserables.
1.- Denunciamos con fuerza y solicitamos impugnar los documentos
generados por la Presidencia de la COP, sin mandato de las partes,
que nos manifestamos abiertamente en contra de los grupos de amigos
del Chair. La Presidencia no ha garantizado igualdad de
participación en todos los niveles, incluso a nivel Presidencial.
2.- Reiteramos nuestro compromiso con la lucha contra el Cambio
Climático, con los principios de la Convención y con la validez,
ahora más que nunca, del Protocolo de Kyoto, cuyo contenido
consideramos es perfectible con decisiones de las partes y acuerdos
subsiguientes, pero que no debemos dejar morir. La complejidad de
las negociaciones recientes nos ha demostrado que los intereses
económicos en pugna no permitirán un acuerdo si los países
desarrollados no aceptan respetar los principios.
3.- En tal sentido, expresamos nuestra voluntad política de
continuar trabajando en el marco de la Convención y del Protocolo de
Kyoto. El relanzamiento de estas negociaciones debe ser sobre la
base del respeto, la inclusión, la transparencia y la legitimidad.
4.- Rescatamos que, mientras la Conferencia fracasaba de forma
irreversible, se iban sumando las voces en las calles de los jóvenes
que saben que el futuro les pertenece, que denunciaron con fuerza
las maniobras de los desarrollados y saben que la lucha continúa.
Nos sumamos a sus voces y a sus protestas, las saludamos y las
apoyamos. El pueblo debe seguir vigilante. Hoy más que nunca, ante
las lamentables maniobras que se han practicado en Copenhague, por
mezquinos intereses económicos, reiteramos que ¡no hay que cambiar
el clima, hay que cambiar el sistema!".