El
guitarrista estadounidense Gary Lucas desafió a los dioses y
resucitó a uno de los seres más oscuros y aterradores de la
literatura de horror. Salido de la imaginación del escritor irlandés
Bram Stoker, el Conde Drácula no necesitó levantarse de su ataúd
para volver de entre los muertos, ni clavar sus colmillos en
sensuales cuellos femeninos. Lo hizo a través de la guitarra de este
legendario músico que, como el vampiro más célebre de Transilvania,
ha sido "condenado" a la inmortalidad.
Lucas,
ex miembro de la emblemática banda Captain Beefheart y coautor junto
a Jeff Buckley de famosas canciones como Grace y Mojo Pin,
llegó el pasado viernes al cine Chaplin para ponerle música a la
versión hispana de Drácula (1931), dirigida por el
norteamericano George Melford.
Con más de 20 materiales fonográficos, Lucas es uno los
guitarristas de culto a nivel mundial. Durante su carrera ha
compartido escenarios con monstruos sagrados del rock and roll como
Patti Smith —la gran poeta del punk—, Lou Reed, Iggy Pop y Frank
Zappa, entre muchos más. Y si de monstruos se trata no se puede
dejar de mencionar su labor a la cabeza de la banda Gods and
Monsters, cuyo nombre fue tomado del filme La novia de
Frankenstein (1935).
Considerado por el periódico The New York Times como "el
guitarrista de las mil ideas", ha mezclado con pasión de orfebre
diferentes géneros de todo el mundo que van desde música gospel,
hindú, blues, electrónica y experimental.
Su atracción por las leyendas de las criaturas que habitan el
trasmundo lo ha llevado a crear bandas sonoras para acompañar en
vivo la proyección de filmes fantásticos o de horror que han hecho
historia. Una de sus producciones más logradas fue la música
elaborada para el filme El Golem (1918), del director alemán
Paul Wegener, y el concierto Sonidos del surrealismo y Monstruos
del subsconciente. Nominado al Grammy en una ocasión, Lucas
agregó a su carrera un "nuevo capítulo de horror", tras acompañar a
Drácula en su viaje por las pantallas del Festival del Nuevo Cine
Latinoamericano.
¿Qué lo impulsó a ponerle música a un personaje mítico como
Drácula?
"Aunque se trata de una persona horrible que está atrapada por su
destino, me gusta Drácula ya que desde niño me sentía atraído por
los vampiros. Los veía muy excitantes y me encantaban las vampiresas
porque me parecían muy eróticas. A diferencia de este cine de otra
época, las películas de horror que se hacen actualmente son
desagradables, demasiado gráficas y sangrientas. Lo muestran todo y
no dejan lugar a la imaginación."
¿Cuál es el momento en su carrera que recuerda con mayor
satisfacción?
"La colaboración con Jeff Buckley fue la que más me emocionó,
porque con Lou Reed e Iggy Pop hice sobre todo trabajo de
asesoramiento. Pero con Jeff estaba creando algo nuevo en el mundo.
Todavía mucha gente viene y nos habla de los temas que hicimos
juntos. Ese es el mejor sentimiento que puedo tener como músico y
ser humano: encontrar a personas a las que he influenciado a través
de mis canciones."
Un grupo de renombrados músicos estadounidenses exigió a Obama
hace poco que no se use más la música como forma de tortura en la
Base Naval de Guantánamo...
"Apoyo completamente ese reclamo. Es espantoso que canciones
diseñadas para causar placer se conviertan en un instrumento de
tortura. Es verdaderamente diabólico. También es terrible el bloqueo
a Cuba. Espero que esa política cambie. Ojalá Obama sepa hacer lo
correcto y la elimine."
¿Qué le atrae de la música cubana?
"He escuchado mucho Buena Vista Social Club y me encanta Compay
Segundo, por lo que aparte de esta presentación en el Festival, me
gustaría ofrecer un concierto en Cuba."
¿Cuáles son sus principales inquietudes creativas?
"Yo quiero seguir mi trabajo. He estado largo tiempo en el camino
y amo esta vida de hacer espectáculos. Esa es mi felicidad. Hace
poco hice un disco de blues con una artista india (Najma Akhtar).
Siempre estoy interesado en conocer a los nuevos músicos de cada
país y ver cómo evoluciona la música."