Esto
fue lo primero que vino a mi mente cuando recibí la noticia. Muy
caro está pagando Cuba por su libertad. Hombres de su estirpe no
nacen todos los días. Contadas veces la naturaleza obsequia a los
pueblos con seres semejantes. Su muerte, lo siembra en el corazón de
Cuba. Pero su vida lo hubiera hecho mucho más grande. Triste es
decirlo para quien sabe lo difícil que resulta encontrar gente así.
Nuestra generación revolucionaria lo sabe bien porque recibió el
influjo directo de su personalidad. Oriente, y en especial Santiago
de Cuba estarán también de acuerdo en esto porque se sintió liderada
por Frank País, pero, ¡es necesario que Cuba entera sepa lo que ha
perdido! El 30 de julio de 1957 fue asesinado en Santiago de Cuba un
cubano de la estirpe de Mella, Martínez Villena o Antonio Guiteras.
No era más pequeño, pero como ellos, no pudo ser mayor. Es la
tragedia cubana que una y otra vez se repite. Solo a esa dimensión
se puede provocar con la muerte el más hermoso movimiento de
protesta cívica que recuerda la Historia de estos cinco años.
Cierta vez nos decía: "no hay nada para mí como preparar un curso
de Historia de Cuba y luego irlo a explicar hasta entusiasmar a mis
alumnos de cuarto grado" (era maestro del colegio El Salvador). Un
día tuvo que dejar de dar clases de Historia, pues había llegado la
hora de hacerla [...].
No sé si era un político con vocación militar o un militar con
vocación política. Sí sé que para él las palabras disciplina,
organización, civismo, libertad tenían un valor sagrado,
conjugándose en su mente y en su acción, guardando un magnífico
equilibrio. En este joven de 23 años se completaba la síntesis de
todas las virtudes revolucionarias.
Poseía una moral y una pureza como pocas he conocido. Tenía a la
vez una abierta y sincera vocación de dirigente. Quien hablara dos
veces con él sabía que había nacido para mandar. Y mandaba, con
moral espartana y noble espíritu de justicia[...]. Era "el más
limpio y capaz de todos nuestros combatientes" como afirmara el
propio Fidel.
La capacidad para la acción era lo que más revelaba su
temperamento y carácter, en medio de los hechos este cubano que
gustaba de escribir versos y tocaba el piano, siempre tuvo bien
meditadas las consecuencias de sus actos y la mejor manera de
reaccionar frente a los acontecimientos [...].
Yo sentí su grandeza indiscutible desde meses antes del 30 de
noviembre. Algún día publicaremos sus cartas, informes y circulares,
que hoy se guardan celosamente en el archivo del Movimiento, y ello
permitirá aquilatar mejor su personalidad.
Supe quién era Frank País más claro aún, aquel desolado domingo
del 2 de diciembre, cuando no sa-bíamos si Fidel Castro y decenas de
compañeros se habían hundido en el mar, o habían sido ametrallados
por la aviación en medio del Golfo. Recuerdo que vino a interrumpir
mi angustia y desesperación con estas palabras: "Mira lo que tengo
escrito para las direcciones provinciales y municipales" y me leyó.
En aquella circular de orden interior se disponía el sabotaje en
gran escala y la quema de caña. Porque sabía mandar y qué mandar en
aquel dramático momento, Frank País asumía con rigor el liderazgo
revolucionario.
Más tarde, cuando fue posible empezar a organizarse para la
huelga y centralizar el Movimiento, Frank País se convierte en jefe
nato de nuestro grupo de acción, en dirigente de un movimiento
revolucionario que merced a sus dotes empezó a vertebrarse más
orgánicamente hacia las masas para movilizarlas con apropiada
técnica de lucha. Sumergido en la clandestinidad fue centro
directriz del poderoso movimiento subversivo que tiene a la tiranía
al borde del colapso. Anónimamente, conocido solo en su provincia y
en los círculos revolucionarios, fue capaz con una hábil estrategia
de combate de ser factor determinante de la lucha contra la tiranía.
Frank País, desde su escondite en Santiago, mandaba en Cuba. Ahí
están el sabotaje, la agitación, los gallardetes izados, la prensa
clandestina, la Resistencia Cívica, etc.
Había sido obra suya el estallido insurreccional del 30 de
Noviembre, la disciplina y organización del 26 de Julio fuera de la
Sierra y fue creación suya también toda la base organizativa del
Movimiento. Su obra póstuma fue el paro general que brotó de su
cadáver. Es fácil decir: Oriente paró por la emoción. Pero sin una
estrategia desenvuelta desde meses antes, y una organización
fortalecida por la tenacidad y la inteligencia no hubiera podido
canalizarse ese brote emocional. El carácter forjador de esa
estrategia y creador de esa organización era Frank País.
Cualquiera que sean las contingencias con que enfrente el destino
a nuestra generación, estoy seguro de que ante cada obstáculo grande
nos acordaremos de Frank. Él ya forma parte de nuestra realidad
vital como grupo humano que aspira a culminar un ciclo histórico. Y
nos exige más que nunca, no solo derribar el obstáculo Batista, sino
seguirnos imponiendo a nosotros mismos la disciplina cívica y
conciencia democrática que caracterizaron a esta vida ejemplar. La
muerte da jefes dijo José Martí, y Frank País nos manda a que
continuemos preparándonos para hacer prevalecer en Cuba una
democracia basada en las más altas virtudes revolucionarias, en la
organización del pueblo y en la moral pública de sus gobernantes.
Solo cuando logremos vertebrar hasta su base al pueblo de Cuba en
un organismo de permanente esencia colectiva, habrá el 26 de Julio
superado y vencido todos los obstáculos. Hoy ya tenemos recorrido
mucho camino gracias al esfuerzo y la sangre de Frank País y tantos
más. El compromiso moral de convertir la emoción despertada por la
clarinada del 26 de Julio de 1953, en una organización idónea para
el combate, ha comenzado a cumplirse. La obligación de culminar esta
tarea es lo que nos impone el deber de hoy.
Este era su ideal. Por él murió y por él dijo en carta privada,
al ser asesinado su hermano Josué un mes antes: "Tenemos que llegar
para hacer justicia".