El destacado
periodista rosarino José Andrés Coco López, colaborador de Radio
Habana Cuba, recibió la medalla universitaria negada 30 años atrás
durante la última dictadura militar por integrar el Partido
Comunista.
En ceremonia presidida por el rector de la Universidad Nacional
de Rosario, Darío Maiorana, le fue impuesta la distinción que
mereció en 1979 por ser el alumno de Ciencia Política con el mejor
promedio de la promoción de ese año, pero las autoridades docentes
nombradas por el régimen de facto lo excluyeron por su militancia.
Galardonado en 2008 con la Distinción Felix Elmuza de la Unión de
Periodistas de Cuba (UPEC), López agradeció con palabras emocionadas
este acto que calificó de gran significación pues representa mucho
más que la medalla usurpada hace tres décadas por su filiación
comunista.
Siento que hoy, es mi verdadera graduación, aunque en mi diploma,
no pueda borrar las firmas de quienes asaltaron la Universidad de la
mano de los militares y fueron cómplices de todos los atropellos
institucionales, e incluso de las detenciones, los secuestros y
asesinatos de profesores y estudiantes, remarcó.
Tras afirmar que no toma revancha, pero no olvida, resaltó tener
memoria de cuando los grupos de tarea de la dictadura secuestraban
estudiantes en plena clase.
Tengo memoria de quienes callaron, de los que consintieron e
incluso tengo la horrorosa sospecha, de que algunos nombres de
estudiantes que sufrieron detenciones y secuestros, fueron
facilitados en algún despacho universitario, apuntó.
Rindió homenaje a quienes fueron fieles y consecuentes a sus
ideas en la lucha por recuperar la democracia en el país y en la
universidad pública, muchos de los cuales ofrendaron sus vidas.
López apuntó que ignora si ellos sienten vergüenza o están
arrepentidos, pero expresó su convicción de que la mayoría de la
sociedad los desprecia y repudia.
Tras enfatizar que la medalla no es de su exclusividad, sino de
todos los que pueden mostrar con orgullo su conducta durante los
crueles años de la dictadura, sentenció que treinta años no son
nada, si uno los vivió de manera consecuente con sus ideas.