Rigor y vigilancia en los puntos de entrada al país
José Antonio Torres
Todo parecía normal, el vuelo se había desarrollado sin
contratiempos y al concluir los trámites de rigor la nave tocó
tierra en la pista del Aeropuerto Internacional Antonio Maceo, de la
ciudad de Santiago de Cuba. El capitán y parte de su tripulación
bajaron la escalerilla con la declaración sanitaria. En la rampa lo
esperaba el doctor Carlos Díaz para la Libre Plática, un
procedimiento establecido por la Organización Mundial de la Salud
para fortalecer el control sanitario y la vigilancia epidemiológica
en las terminales aéreas, marinas y puertos de mar con amplio
tráfico de mercancías y pasajeros.
Exigir
por los certificados de salud y vacunación es un elemento importante
para fortalecer el escudo protector de nuestra población.
El doctor Díaz realizó las diligencias que establece el Programa
Cubano de Control Sanitario Internacional. Minutos después autorizó
el ingreso de los viajeros al país cumpliendo los requisitos fijados
por el Ministerio de Salud Pública para el primer anillo de
seguridad sanitaria.
Los oficiales de inmigración y aduana junto a los operarios de la
campaña de lucha antivectorial iniciaron sus trabajos. Sin embargo,
la rutina de entrada a la terminal de pronto se vio alterada. Al
paso de una turista se activó el escáner o sensor de temperatura.
De inmediato Elizabet Queralta, licenciada en Higiene y
Epidemiología y responsabilizada con el funcionamiento del moderno
equipo, indicó al doctor José Luis Esperance extremar las
precauciones en el segundo anillo de seguridad.
Esperance solicitó a la pasajera ubicarse nuevamente debajo del
sensor para comprobar su temperatura. El equipo ratificó un estado
febril de 38,5 grados. La observación clínica confirmó un estado
gripal que la turista no declaró a la tripulación del avión previo a
su arribo al país.
Los funcionarios de control sanitario condujeron a la paciente a
la enfermería del aeropuerto para su evaluación termométrica, que
también resultó positiva. Luego la ambulancia del Sistema Integrado
de Urgencias Médicas la trasladó al hospital Juan Bruno Zayas, donde
se corroboró que la viajera era víctima de la actual pandemia del
virus A H1N1.
RETOS Y REALIDADES EPIDEMIOLÓGICAS
El doctor Orestes Bustamante, director provincial de Control
Sanitario Internacional, corroboró a Granma que
paulatinamente en Santiago de Cuba se fortalece la barrera contra la
entrada de enfermedades infecciosas.
"Contamos con una amplia experiencia en la detección del dengue
hemorrágico, el paludismo, la tuberculosis y el cólera, entre otras
enfermedades que a escala global causan un elevado número de
muertes.
"La cotidianidad nos demuestra que nada de lo que hagamos es
suficiente. Es impostergable extremar la vigilancia sobre los
viajeros —nacionales y extranjeros— procedentes de países donde
estas enfermedades son endémicas.
"Algo similar hacemos con el control de los cruceros. También con
las mercancías y contenedores que llegan o salen del país".
Lo sucedido en el Aeropuerto Antonio Maceo, tiene dos aristas: la
efectividad del rigor sanitario y la necesidad de exigir por la
actualización de los carné de salud y vacunación. Nuestros expertos
tienen que velar por las declaraciones de los viajeros y extremar el
análisis visual en los diferentes eslabones de la seguridad
sanitaria internacional.
EL ESCUDO PROTECTOR DE LA SALUD
Cuba es signataria del reglamento de la OMS para el Control
Sanitario Internacional y en Santiago de Cuba se dan sólidos pasos
para cumplir el programa nacional implementado para ello.
Técnicos, biólogos, entomólogos, médicos, enfermeras y
licenciados en Higiene y Epidemiología conforman el equipo de
trabajo que constituye el primer eslabón contra la entrada de
enfermedades.
Desde 1998 en el territorio existe una unidad integral que vela
por la protección del Aeropuerto Antonio Maceo, el Puerto Guillermón
Moncada y la Marina Marlyn.
Su labor no solo se circunscribe a los pasajeros y el control en
la frontera; incluye los riesgos ambientales, el análisis del agua,
los residuales líquidos y sólidos, así como la fiscalización de los
productos importados y exportados.
Con el escáner de temperatura se han examinado cerca de 17 000
pasajeros y tripulantes en el Aeropuerto Antonio Maceo, lo que ha
permitido detectar, analizar y tratar un caso de dengue y dos del
virus A H1N1.
Todas las embarcaciones y aeronaves que ingresan y salen de
Santiago de Cuba se certifican que están libres de propagación de
enfermedades. Los capitanes tienen la obligación de declarar si
viajan con algún riesgo de salud en su tripulación o carga.
La exigencia cada día cobra mayor fuerza, al igual que los
exámenes médicos, los controles fitosanitarios y la fumigación de
las embarcaciones, para lo que se tiene en cuenta el periodo de
incubación de las larvas y la eliminación de los focos.
Estrecha vigilancia se mantiene sobre los depósitos adicionales
de agua, pues casi el 70% de las embarcaciones que surcan la bahía
santiaguera los poseen.
Resulta indispensable que cada medio de transporte internacional
tenga el certificado de control o excensión de sanidad a bordo, que
es renovado cada 6 meses. Anualmente en el puerto Guillermón Moncada
se entregan —luego de rigurosos exámenes— entre 250 y 300
certificados de este tipo.
La inspección sanitaria incluye las inmediaciones de los
perímetros aéreos y portuarios, de ahí que supervise y fiscalice de
forma pormenorizada la situación de los almacenes, el frigorífico
Antonio Maceo, la base de contenedores, la terminal de cruceros, el
molino de trigo, la fábrica de cemento, la refinería Hermanos Díaz,
la termoeléctrica Rente y la terminal ferroviaria General de
División Zenén Casas Regueiro. |