El Consejo Provincial de las Artes Plásticas no hizo más que
catalizar una visión lo más integradora posible de algo que desde
hace años allá viene sucediendo: una eclosión creativa que debe ser
considerada como referencia ineludible de cómo en un territorio se
dan las condiciones para la formación del talento, la confrontación
interdisciplinaria e intergeneracional y el contacto con el público,
al margen de la capital.
El conjunto de la exposición principal es respetable en sentido
general. El solo hecho de poner a dialogar las poéticas de Pedro
Pablo Oliva, Premio Nacional de Artes Plásticas, Arturo Montoto y
Juan Suárez Blanco con las de jóvenes talentos como Kirenia
Fernández, Enrique Rossell y Michel Gustavo Martínez justifica la
justeza del acto expositivo y de una vocación inclusiva.
Otro accionar a tomar en cuenta fue el acompañamiento de la
Muestra por una exposición de egresados y estudiantes de la Academia
de Artes Plásticas de Pinar del Río, en la que se hizo palpable cómo
la institución conjuga la orientación de vocaciones con el ejercicio
metodológico correspondiente. También la provincia va enseñando
pujanza en el estímulo de la fotografía.
En esta cuesta arriba de las artes visuales del territorio, hay
que mencionar la labor que está desarrollando el Museo de Arte de
Pinar del Río (MAPRI), institución en la que convendría que muchas
otras, diseminadas en la nación, hallaran referencias.